Killing Floor 3 casi ha llegado a la actual generación de consolas y a PC y, por suerte, tuvimos acceso a su beta cerrada desde el 20 al 24 de febrero, por lo que hemos podido exprimir todo lo que se podía este shooter, al menos, hasta que llegue su versión completa. Tenemos que decir que hemos tenido sentimientos encontrados con esta nueva entrega de la saga, pues nos ha recordado más a Back 4 Blood que a Killing Floor 2, segunda entrega que nos dejó en su momento más que satisfechos con lo que nos presentaba tanto a nivel jugable como a nivel de diseño.
Killing Floor se caracteriza por ser una saga muy sádica y con enemigos llenos de pavor. Dan miedo, imponen, te hacen sobrevivir y se saben encargar muy bien de mantenernos con la adrenalina en un punto álgido para que sigamos disfrutando de la masacre como si de DOOM se tratase, pero en una modalidad cooperativa. La cooperatividad está presente en Killing Floor 3, y no hemos tenido problemas con los jugadores, ya que tienen presente que, sin nosotros, no podrán sobrevivir por mucho tiempo. Cada partida se compone de un equipo de seis jugadores que, según vayan avanzando las rondas, podrán abandonar o mantenerse con nosotros.

Pasa sin pena ni gloria
El juego cuenta con especialistas como en su anterior entrega, pero su personalización se limita a lo ya visto en otros juegos como Call of Duty o Battlefield, esto es un paso atrás en la saga, así pues, esperamos que sea temporal, pues junto a este, todos los apartados se sienten inacabados y a medio cocer, ya que de lo contrario tendríamos un juego más similar a su segunda entrega.
Uno de los puntos que más destacamos de la beta cerrada ha sido el rendimiento del juego. A pesar de contar con una PlayStation 5, hemos notado caídas significativas y frecuentes en los fotogramas por segundo, lo que ha afectado de manera negativa a nuestra experiencia en el juego en sus momentos de mayor tensión. Estas perturbaciones en el rendimiento no solo dificultan la jugabilidad, sino que también generan frustración no solo para nosotros, sino para cualquiera que espere una experiencia fluida.

Una sensación poco satisfactoria
El gunplay es un elemento central y crucial en cualquier shooter, y Killing Floor 3 también falla en esto, que es lo más básico de lo más básico. Las armas carecen de contundencia e impacto, pareciendo que estamos usando balas de goma, casi sin retroceso a la hora de apuntar. Vaya, que el juego no nos ofrece una eliminación de enemigos satisfactoria como sí lo hacía en Killing Floor 2. Esta ausencia de respuesta por parte de las armas y enemigos hacen que dejemos de estar inmersos en el juego y hace que el combate se sienta menos gratificante.
Por otro lado, también es cierto que se han introducido nuevos especialistas como el Ninja o la Pirómana, además de armas, pero sustituyendo estas por otras que sí estaban presentes en la segunda entrega. No obstante, Tripwire Interactive debe arreglar estas sensaciones, ya que el añadido de especialistas o armas no sirve de nada si no tienen una buena sensación de impacto.

Buscando el gore sin éxito
La saga de Killing Floor siempre ha sido reconocida por si representación visceral y detallada de la violencia en cada partida de todas y cada una de sus entregas, contando con un sistema de desmembramiento que añadía una capa de realismo y satisfacción al eliminar enemigos, tal como hacía lo suyo la saga de DOOM. Killing Floor 3 nos tiene descontentos con el nuevo enfoque que tiene el juego en su sistema de gore, si es que se puede llamar así, claro.
En lugar del desmembramiento detallado que contaban los anteriores títulos, ahora los enemigos simplemente explotan al ser derrotados, lo cual reduce significativamente la brutalidad y el impacto visual que el juego causa en nosotros, dejándonos con un juego que parece un modo COD: Zombis independiente de la saga Call of Duty, o, en su defecto, tenemos un equivalente exacto a Back 4 Blood, otro juego que pasó sin pena ni gloria al diferir de sus precuelas.

Preocupación por el futuro de la saga
Por desgracia, casi hemos terminado estas primeras impresiones y no hemos sacado nada positivo del juego. Una preocupación que nos tiene bastante en incertidumbre es la percepción que todos pueden tener de Killing Floor 3 cuando se lance a todo el mundo, pues es un paso atrás en comparación con Killing Floor 2. Hemos sentido que, en lugar de evolucionar y mejorar los elementos que hicieron todo un éxito a la anterior entrega, en este nuevo título solo se ha simplificado o eliminado características que hacían que la saga tuviera identidad propia.
Por ejemplo, la atmósfera y el diseño artístico han sido cambios que cuestionamos bastante. Además, la ausencia de ciertas mecánicas como la cámara lenta que ahora solo vuelve de color rojo a los enemigos deja al estudio en evidencia sobre las decisiones de dirección para este título.
Conclusiones de Killing Floor 3
Si habéis seguido leyendo hasta aquí y no os habéis espantado del susto, ya os habréis dado cuenta que nuestras primeras impresiones no son buenas y, de hecho, a tan solo un mes de su lanzamiento, vemos imposible que Tripwire Interactive arregle y solucione todo este desastre: gunplay sin impacto, nula visceralidad y brutalidad, enemigos excesivamente resistentes y una carencia de alma y esencia que lo dejan como el peor Killing Floor que ha existido hasta la fecha. Dicho todo esto, nosotros no podemos recomendar la compra de Killing Floor 3 bajo ningún concepto si a la hora del lanzamiento se encuentra en este estado.
Otros artículos de interés
Si este análisis os ha parecido interesante, tenéis muchos otros en nuestra página web, por lo que podéis echarles un vistazo a análisis de títulos como Tales of Graces f Remastered, Metaphor: ReFantazio, KARMA: The Dark World, e incluso Ravenswatch.
Guías y artículos destacados
13 motivos para jugar a la saga Kingdom Hearts antes de la cuarta entrega numerada
Guía definitiva para completar Life is Strange: Before the Storm al 100%
Guía definitiva para completar Life is Strange al 100%
Conclusiones
Killing Floor 3
Killing Floor 3 nos ha dejado con un muy mal sabor de boca, quedando un juego inacabado y con falta de alma e identidad propia.