La historia de Snake comienza mucho antes de que encontrara su lugar en la humilde pantalla de los teléfonos Nokia, aunque sea precisamente esa versión la que la mayoría de nosotros recordamos con tanto cariño. Hacia la mitad de la década de 1970, el mundo de los juegos de arcade apenas estaba dando sus primeros pasos, y los desarrolladores buscaban ideas sencillas pero adictivas que hicieran que la gente siguiera introduciendo monedas en las máquinas. Una de esas ideas surgió en 1976 con un título de arcade llamado “Blockade”, creado por una compañía llamada Gremlin Industries. En “Blockade”, tu tarea era guiar una línea por la pantalla sin chocar con los muros ni con tu propia cola, que crecía a medida que avanzabas. Pese a su sencillez, marcó el nacimiento de toda una generación de juegos “tipo serpiente” que fueron evolucionando con el paso de los años.
Durante finales de los setenta y principios de los ochenta, aparecieron múltiples variaciones del concepto en los salones recreativos y en los primeros sistemas caseros. Cada nueva versión modificaba la velocidad, el diseño de la pantalla o añadía un giro distinto a la fórmula básica. En 1982, un juego de arcade llamado “Nibbler” —lanzado por Rock-Ola— llamó la atención por su ritmo frenético y sus escenarios laberínticos. Un poco después, las consolas y computadoras también tuvieron sus propias adaptaciones; una muy popular fue “SNAFU” en el Intellivision, y otra inolvidable fue “Nibbles” de QBasic en MS-DOS, que venía incluido con el sistema operativo en los noventa. Aunque estos primeros intentos puedan parecer rudimentarios hoy, capturaban la emoción de esquivar paredes y evitar que la cola en constante crecimiento de la serpiente acabara por bloquearte el paso.
El gran salto de Snake llegó a finales de los noventa, cuando Nokia incluyó su propia versión del juego en el modelo Nokia 6110. En 1997, la compañía finlandesa comenzó a precargar algunos títulos en sus teléfonos, y fue entonces cuando nació la relación inseparable entre Nokia y este juego tan adictivo. Se suele atribuir la idea principal a Taneli Armanto, ingeniero de diseño en Nokia, quien comprendió cómo adaptar el viejo concepto al teclado numérico de los móviles y a unas gráficas monocromáticas que iban al pelo con las pequeñas pantallas de aquellos tiempos. Al empezar a venderse, Snake se propagó con extraordinaria rapidez y de repente se convirtió en el pasatiempo universal de autobuses, salas de espera y pausas para comer, con los piques por el récord más alto extendiéndose a lo largo y ancho de todo el globo.
El éxito de Snake radica en su simplicidad. No hay una historia elaborada ni tutoriales complejos: basta con no chocar contra ti mismo o contra las paredes. En cuanto la serpiente devora un punto más en la pantalla, crece, elevando el nivel de desafío y disparando esa mezcla adictiva de frustración y satisfacción. A diferencia de otros títulos de arcade más veloces, en Snake puedes avanzar a tu ritmo al principio, pero la dificultad termina por aumentar sin remedio. Esa progresión natural, sumada al hecho de que los teléfonos Nokia se popularizaron en todas partes, hizo que Snake llegara a muchísima gente, convirtiéndose en uno de los juegos más jugados de la historia.
Con la llegada de Internet y las búsquedas en línea, Snake dio otro paso en su evolución. Google, siempre inclinada a incluir pequeños “huevos de pascua” en su motor de búsqueda, lanzó su propia versión conocida como Google Snake. Acceder a ella es tan sencillo como buscar “Google Snake” en el navegador y comenzar a jugar, sin necesidad de descargas ni instalaciones. Esta versión retoma la fórmula básica del juego y la adereza con elementos modernos, como la posibilidad de elegir diferentes modos de juego o mapas. De nuevo, el gran atractivo es la accesibilidad: cualquier persona con conexión a Internet puede disfrutar de esta serpiente virtual en cuestión de segundos, sumando así a nuevos curiosos que nunca llegaron a probar la versión original de Nokia.
Hoy en día, Snake sigue presente en múltiples formatos. Ha sido portada a navegadores, remasterizada como aplicación de smartphone y hasta reinventada como minijuego oculto en distintos softwares. Unas versiones apuestan por gráficos más pulidos y niveles elaborados, mientras que otras conservan el minimalismo retro que tanto encanto tiene para algunos. No importa la forma que adopte: la esencia permanece igual de adictiva. Y si alguna vez te asalta la nostalgia, es fácil encontrar una versión que te transporte de vuelta a ese serpentín monocromático de antaño, con la tabla de puntuaciones desafiándote a mejorar tu récord.
La permanencia de Snake en la cultura de los videojuegos no se debe únicamente a la nostalgia, aunque esta sea sin duda un factor poderoso. Se sustenta en un diseño tan atemporal que funciona por igual en un viejo gabinete de arcade, en el display limitado de un móvil de los noventa o en la ventanita emergente de Google en pleno siglo XXI. Es un puente entre las raíces del arcade clásico, basadas en la habilidad y la inmediatez, y la actual experiencia de juego casual en dispositivos móviles. Al aferrarse a un diseño tan depurado, Snake logró cruzar décadas y conquistar a distintas generaciones, manteniendo intacta la magia que lo vio nacer en salas recreativas repletas de luces y sonidos estridentes. Es la prueba fehaciente de que, a veces, la idea más simple es la que más perdura.