Inspirada muy remotamente en la segunda novela de Lewis Carroll “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí” llega a nuestras pantallas de la mano de Walt Disney Pictures Alicia a través del espejo (título original: Alice Through the Looking Glass) precedida, como no podía ser de otra manera, de una importante campaña de marketing que intenta repetir el éxito de su predecesora de 2010.
Estamos ante un producto más de la mercadotecnia Disney que por supuesto trata de exprimir la gallina de los huevos de oro que fue la primera parte, una de las películas con mayor recaudación de los últimos años que utilizó el reclamo de Tim Burton cuyo estilo prácticamente quedó anulado en la presentación final y que se redujo a un atractivo más para la cartelera, salvo por cierta iconografía abigarrada característica, y la presencia de su maquillado y hologramado alter-ego Johnny Depp.
En esta ocasión la joven protagonista deberá viajar de nuevo a Wonderland a través de un espejo para intentar cambiar el pasado con la ayuda de un enigmático artilugio conocido como la cronosfera, todo con el fin de rescatar a su amigo el Sombrerero Loco. Solo así podrá detener al malvado Tiempo antes de que se cumpla el plazo marcado por el reloj y el País de las Maravillas se convierta en un mundo estéril y sin vida.
Al igual que ocurría en la primera parte, en esta secuela el maravilloso y críptico mundo de Carroll es sólo un pretexto. Las complejas y poéticas historias originales brillan por su ausencia. Lo único que se toma de la obra literaria de 1871 es el título, el espejo como forma de introducirse en el mundo alternativo, y una brevísima e intrascendente secuencia sobre el ajedrez que parece que sólamente quiere justificar su conexión con la novela original que le inspira. No se hace necesario por tanto ni conocer las novelas, ni el resumen de las novelas, ni las otras obras cinematográficas o televisivas inspiradas en las novelas para ver esta película. Ni siquiera es preciso haber visto la primera parte de Burton pues el filme funciona de manera totalmente independiente, de hecho algunos personajes secundarios están puestos únicamente para evocar la primera Alicia, pero su misión en esta trama es totalmente irrelevante.
Ahora bien, una vez asumido que apenas hay conexión con el universo literario de Carroll, el paso siguiente es reconocer que Disney –y su guionista casi de cabecera en sus últimas películas Linda Woolverton, autora del guión del mega éxito el Rey León- han construido una historia totalmente nueva que ha resultado ser un impactante cuento de fantasía y acción que aborda y juega con un tema siempre complejo como es el del Tiempo de una forma amena y emocionante. Y en tal sentido sí que hay coherencia y continuidad, sobre todo a nivel estético, con respecto a la primera película de Burton en lo que se adivina es la continuación de lo que podría llegar a ser toda una franquicia. No obstante en esta ocasión Tim Burton da un paso atrás, pasa a ser un reclamo y sólo aparece en los títulos de crédito como coproductor, tomando su relevo como director James Bobin cuya experiencia cinematográfica se circunscribe a “Los Muppets” aunque con un amplio itinerario en televisión.
Mérito también de Disney es la de haber creado a partir del primer filme toda una iconografía, principalmente en lo que se refiere a la figura de El Sombrerero Loco, identificado irremediablemente en la larga lista de personajes memorables de Johnny Depp. Y por supuesto a la australiana Mia Wasikowska, a la que identificaremos por mucho tiempo con la Alicia algo más que adolescente, cuya belleza serena y su mirada asustada-sorprendida con un punto turbador es uno de los hallazgos de la década cinematográfica desde que la descubrimos en la primera Alicia, pero sobre todo en el thriller perverso que fue «Stoker», en la muy contenida «Jane Eyre» o como la cuasi erótica víctima propicia en la gótica «La Cumbre Escarlata». Completan el elenco principal las reinas blanca y roja, en las que repiten Anne Hathaway y Helena Bonham Carter, la primera algo insulsa y muy bufónica la segunda, y en cuya relación emocional se cimenta parte de la historia. Mención especial merece el villano del filme: el maravillosamente excesivo, histriónico e idóneo Tiempo, un rol que le va como anillo al dedo al inefable Sacha Baron Cohen.
Proyectada en 3D para mayor espectacularidad y recaudación, lo cierto es que ese avance técnico es un condimento que no aporta nada especial ni se percibe como algo esencial para el disfrute del filme.
En definitiva, Alicia a través del espejo es un filme técnicamente impecable, que se puede gozar si no buscas comparar con la novela ni con la película anterior. Es una cinta muy efectista en su producción y efectiva en sus resultados pues cumple sobradamente con lo que promete. Aunque no sea apta para los puristas literarios hará sin embargo las delicias del público infantil y adolescente ávido de aventuras imaginativas y acción trepidante.