Bioshock: The Collection. Análisis PS4

Bioshock: The Collection

Bioshock, la saga de acción de Ken Levine, fue una de las sagas más importantes de la pasada generación de consolas. Ahora 2K Games no trae Bioshock: The Collection las versiones remasterizadas de los tres títulos para que podamos disfrutarlas como se merecen. Como no parece que vaya a haber una nueva entrega de la serie, esta remasterización puede ser una gran oportunidad para que muchos usuarios que en su día no los jugaron comiencen por el primero, el más lejano en el tiempo, pero el que mejor ha envejecido.

Jugar a los tres Bioshock uno tras otro es un buen ejemplo para ver cómo fueron evolucionando los juegos de la pasada generación. Los tres tienen una magistral capacidad de inmersión, de llevarnos al materialismo que proponen, y de hacernos querer saber más de ese mundo a base de explorarlo e interactuar con sus elementos, algo que muchos otros títulos copiaron rápidamente. Mientras que las fascinantes historias que nos cuentan no han envejecido, sus mecánicas de juego sí lo han hecho un poco.

El primer Bioshock es quizás el que menos, ya era el más pausado, dándonos mucha libertad a la hora de acometer las situaciones. Bioshock 2 y Infinite fueron pasando cada vez más hacía el genero de la acción general, por lo que el paso de los años se nota más.

Bioshock: ¨El hombre elige, el esclavo obedece¨

Con él comenzó el espectáculo. A diferencia de lo que solían ser los títulos del genero, Bioshock se centró en la narrativa, la cual estaba repleta de referencias políticas y sociológicas, pero explicadas con claridad y espectáculo. El fundador de Rapture (donde se ambienta el juego), Andrew Ryan contaba con un discurso político (su mensaje de bienvenida a la ciudad es ya todo un clásico de los videojuegos) capaz de convencer a sus conciudadanos de que esta urbe era un paraíso bajo el mar.

En mitad de una Rapture sumergida en la degradación y la locura llega Jack, un héroe anónimo al que varios ciudadanos se dirigen por radio en busca de ayuda. Mientras Jack descubre los misterios de la ciudad y sus habitantes, va consiguiendo armas y poderes especiales, llamados plásmidos, que le permiten lanzar fuego o rayos por sus manos. Con ellos deberá dar cuenta de los Splicers, habitantes trastornados y agresivos, pero también de los Big Daddys, unos descomunales buzos que, armados con un taladro, cuidan de las siniestras Little Sisters. Son como niñas normales, pero tienen una mirada monstruosa y extraen una sustancia llamada Adam de los cadáveres que encuentran. La historia del título está llena de personajes memorables y giros inesperados.

En cuanto a la jugabilidad es muy similar a la de un shooter, pero cuenta con otros elementos como minijuegos con los que piratear objetos, recolección de diarios sonoros y mucha exploración. Por supuesto, la ambientación visual también juega un papel clave, con pasillos acristalados rodeados de fauna marina, carteles vintage y mensajes siniestros que salpican las paredes.

 

Bioshock 2: ¨El retorno de rey¨

En Bioshock 2 la historia volverá a ambientarse a Rapture, pero cambia totalmente su protagonista. Esta vez somos el Sujeto Delta, uno de los Big Daddys que despierta 10 años después de su suicidio frustrado. La ciudad sigue ahí, pero está aún más degradada y tiene una nueva persona en el poder: Sofia Lamb. Nuevas armas (como el propio taladro o el cañón láser) y plásmidos como el ataque de abejas daban pie a una entrega menos temible pero más brutal. Esta nueva entrega contará también con un nuevo enemigo la Big Sister, con toda la potencia de los Big Daddys, pero con mucha más agilidad.

Esta entrega siempre ha estado peor vista que el resto, sobre todo por la manera en la que usó muchos elementos de su antecesor. Pero eso no quiere decir que sea un mal juego. De hecho, en realidad es bastante bueno y esconde algunos momentos brillantes, pero sale perdiendo en la comparación con el colosal primer Bioshock. Aun así, no debéis infravalorarlo. Delta tiene mucho que ofrecer.

Bioshock Infinite: ¨Conociendo los orígenes¨

Cambio radical: de la ciudad hundida de Rapture pasamos a la urbe flotante de Columbia, varias décadas antes de los acontecimientos de Bioshock. Mientras los 2 protagonistas anteriores permanecían mudos, el de Bioshock Infinite, Booker, es de lo más convincente. Una deuda le obligará a buscar a una chica en una difícil misión. Esa chica es Elizabeth, una muchacha con una extraña capacidad de generar desgarros, una suerte de portales que parecen alterar la realidad. Para impedir que nuestro protagonista cumpla su cometido está Comstock, el líder religioso que gobierna Columbia.

No solo la historia cambia mucho, sino también la jugabilidad: además de disparar y lanzar nuestros poderes (vigorizadores), podemos usar un gancho especial para colgarnos de algunos salientes o movernos a toda pastilla por los aerocarriles, unas vías suspendidas en el aire. Pero el principal cambio está en la propia Elizabeth, que nos acompaña durante buena parte del juego y es capaz de usar sus desgarros para crear ventajas durante los combates. Con ella, deberemos descubrir el misterio de Comstock, los Lutece (unos extraños hermanos que parecen saber más de nosotros de lo que dicen) y el Songbird, un enorme pájaro robótico que ha de velar por Elizabeth.

Si el primer juego se basaba en la crítica a los extremismos políticos y a la manipulación sociológica, esta tercera entrega añade a la fórmula la religión… y la metafísica.

Colección remasterizada

Volver a jugar de nuevo a Bioshock casi 10 años después y sumergirnos  de nuevo en una Rapture Full HD, con una resolución de 1080p de resolución y 60 frames por segundo, es una gran sensación. Bioshock: The Collection incluye todo el contenido posible y un buen lavado de cara de Bioshock 1 y 2, que no es ni mucho menos perfecto pero que pone al día los dos primeros capítulos de la serie. En lo único que se quedan cortos es en el contenido extra. Las galerías de ilustraciones y los comentarios del director son un buen añadido al primer Bioshock, pero los otros dos juegos no tienen extras, algo un tanto extraño pero que no empaña una remasterización casi imprescindible para los que aún no han tenido el placer de jugar la saga Bioshock.

Conclusión de Bioshock: The Collection

Bioshock: The Collection cuenta con una buena historia, una única ambientación y con una jugabilidad que acompaña a la perfección cualquiera de los tres títulos, ya sea BioshockBioshock 2 o Bioshock Infinite. Te puede gustar más o menos una entrega que otra, pero a buen seguro no sólo te dejan un buen sabor de boca, sino que te harán pensar a la vez que disparas y acabas con los enemigos. Si no has jugado nunca a Bioshock es una excelente oportunidad para tener de una sola tacada una de sagas que han marcado la generación de PS3 y Xbox 360.

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