Si eres un joven de más de 18 años de edad y una mente brillante para las matemáticas, de seguro tendrás el camino fácil para escoger alguna carrera universitaria. Sin embargo, esta no es la ruta para todos; como ejemplo de ello, el joven Bill Kaplan con apenas 18 años, decidió no ingresar a la universidad Harvard, y dedicarse a jugar en vivo al blackjack para hacer dinero.
Cuando se dio cuenta que lograba ganar dinero jugando en las mesas del famoso 21 blackjack, el joven Kaplan en 1977, consiguió tener en sus manos uno de los mejores métodos para ganar en este juego. Se trata de, nada más y ni nada menos, el libro de Beat the Dealer a Winning Strategy for the Game of Twenty-One, escrito por el profesor del MIT de Massachusetts, Edward O. Thorp, quién pasó gran parte de su tiempo estudiando este juego de cartas y luego de mucho estudio, diseñó su propio método. Método que aún se sigue usando en la actualidad y cuyo libro, casi medio siglo después, sigue siendo un furor en ventas.
En el tercer trimestre del año, Kaplan ya tenía ganancias de alrededor de 30.000 dólares en Las Vegas con una primera inversión de 1.000 dólares. Esto marcó su ingreso a la universidad de Harvard y era solo el comienzo de lo que venía para el joven estudiante.
Pero Kaplan no es el único
Otro graduado del MIT, J. P. Massar que se divertía con un grupo de jugadores contactó a Kaplan. Y lo invitó a verlo jugar a él y sus compañeros en Atlantic City, para además pedirle que les brindara a sus compañeros, algunos consejos. Kaplan de buen gusto aceptó, pero poniendo una serie de condiciones. Tendrían que olvidar todas las técnicas y métodos ya aprendidos y, no trabajar principalmente enfocados en las ganancias individuales. Debían enfocarse más en trabajar en equipo o en conjunto y llevar a cabo la misma estrategia. Para Kaplan llevar un registro en el que se marcara el casino, juego y el número de ganancias, era algo muy importante, así todos se llevarían la misma tajada del pastel. Esquivar los controles de los casinos, también era algo importante, ya que, para cualquier casino, ellos representarían una gran parte de pérdidas y teniendo como consecuencias para ellos, si no pasaban las medidas de control, ser expulsados de los casinos.
El “MIT” Blackjack team: la ruta hacia el éxito
Como ya ha salido a la luz muchas veces, el grupo de jugadores usaban otras estrategias y métodos, para los cuales necesitaban tener gran agilidad mental. Por ejemplo, seguir lo ases; esta técnica consiste en recordar las otras cartas que han salido al mismo tiempo que el As en la última mano, para conseguir descifrar cuando puede volver a salir el mismo.
Teniendo así, la misma posibilidad en el barajeo de cartas. Pero tener una memoria tan eficaz y vigilar las estrictas medidas de juego, no era todo. El punto de mayor importancia era saber aguantar la presión de ser el centro de atención de las mesas porque, obviamente los jugadores sabían que el dinero llamaría la atención.
Ya para 1984, todos los grandes casinos contaban con el sistema de seguridad “eye in the sky” u “ojo en el cielo”, en español puesto que Kaplan ya era conocido en la mayoría de estos casinos. Pero esto no lo detuvo, porque con el pasar de los años, incrementó el grupo de jugadores desde unos pocos, hasta un número de 35. No salían con las mejores ganancias siempre, pero iban de casino en casino practicando.
A mediados de 1992 Kaplan y su compañero John Chang crearon una pequeña sociedad de jugadores con una inversión de un millón de dólares, con el nombre Strategic Investements. Esta sociedad tenía como principal objetivo formar y entrenar a jóvenes jugadores para arrasar en mesas de 21 blackjack en todos los estados de país americano. La sociedad podía darles a sus jugadores más de 40.000 en inversión siempre y cuando los estudiantes que participaran, estuvieran completamente comprometidos a multiplicar dicha inversión.
Los grupos de juegos estaban formados por tres figuras principales, el jugador, el observador y el controlador. El jugador era el actor principal en la mesa; el observador era el encargado de contar las cartas y avisar al jugador cuando el conteo era favorable para él. El controlador tenía el siguiente trabajo, participar activamente en la mesa, haciendo apuestas pequeñas, tratando de no llamar la atención.
Pero también, reafirmar la misión del observado, es decir verificar si la información dada por este era la correcta para no cometer errores en la mesa. Esta parte de la labor era fundamental y hacia más sencillo el trabajo del jugador. Ya que los casinos expulsaban a los contadores de cartas, pero no a los jugadores tradicionales.
Para ellos, fueron buenos años. Pero los excesos y la falta de mesura de algunos de sus jugadores, marcó el declive del grupo, ya que los jugadores se fueron olvidando de las normas, volviéndose codiciosos en las mesas de juego y haciendo viajes totalmente de placer e innecesarios, visiblemente caros. Pero, la emoción por el juego del blackjack no termina y cada día son más los jugadores que maravillados por este juego, disfrutan de las mesas físicas y en la actualidad, mayormente de las mesas que les ofrecen los casinos online.