La cultura de los videojuegos está cambiando en los últimos años. Un sector que nació como algo muy restringido, casi sectario, hoy en día, de una forma u otra, está extendido por un altísimo
porcentaje de la población y por rangos de edad muy dispares.
Esto último viene dado fundamentalmente por el auge de los juegos móviles, capaces de dominar el sector gracias a su versatilidad, su portabilidad y sus mecánicas sencillas y para todos los públicos. Eso sí, en los últimos años hay un rey indiscutble en el sector, y este no es otro que Clash Royale, el juego de estrategia de cartas de SuperCell que ha dominado tanto las listas de descargas como, todavía hoy en día, las de los ingresos tanto en la App Store de iOS como en la Play Store de Android.
El free-to-play más caro
El concepto free-to-play es uno de los más engañosos del mundo de los videojuegos, y es que estos títulos suelen traer pequeñas sorpresas en forma de micropagos, que muchas veces son meramente estéticos, pero que otras veces ayudan a avanzar rápidamente y obtener ventajas sobre aquellos que deciden jugar a coste cero.
Tristemente, el juego que nos atañe es un clarísimo ejemplo de esto último, y un servidor, como usuario habitual del mismo, cada vez está más y más desengañado de esta fórmula, perjudicial para los dos bandos.
No es difícil encontrar en YouTube vídeos en los que jugadores profesionales invierten gemas por valor de cientos de euros en abrir cofres aleatorios como si de una máquina tragaperras se tratase. El sistema es tan sencillo como pagar, abrir un cofre y que te toquen cartas al azar, que bien pueden ser útiles para cada uno o no.
El problema de todo esto es que puede generar incluso adicción, y es que por unos pocos euros puedes volver a intentar sacar esa legendaria que tanto tiempo llevas esperando, como quien mete otra monedita para que salgan los tres sietes.
Un sistema controvertido
Si nos basamos simplemente en la libertad individual, es incuestionable que cada uno haga lo que quiera, y tan lícito es el que juega como el que pone la tragaperras en el casino online. Cada uno es dueño y señor de su dinero y puede gastarlo en lo que quiera, y el que le pone los medios es responsable en su justa medida.
Sin embargo, es innegable que hay mecánicas que generan más adicción que otras, y al igual que pasa con los colores, las luces, o la sensación de estar cerca del premio en las máquinas, juegos
como Clash Royale genera efectos similares, tales como tensión en la apertura del cofre, inversiones pequeñas que te pueden dar premios relativamente grandes, o incluso esa capacidad de
saciar el hype por una nueva carta que llevas semanas con ganas de tener para acabar con tus rivales.
En definitiva, siempre habrá detractores y gente que pida el control de estas mecánicas al igual que ocurre con los juegos de azar, sin embargo, a título personal, creo que es algo que va mucho más
allá de eso, ese control debería de nacer de uno mismo, y coartar la posibilidad de gastar tu dinero en cofres o en las tragaperras puede generar más problemas éticos que el juego en sí, siendo peor
el remedio que la enfermedad.