¿Qué te hace ser como eres? ¿Qué te hace ser tú? ¿Tus acciones? ¿Tu pasado? ¿Tus pensamiento? ¿Las cosas que dices? ¿Tus recuerdos?
Con un reparto asombroso (Kevin Costner, Gary Oldman, Ryan Reynolds, Tommy Lee Jones, Jordi Mollà, Michael Pitt, Alice Eve y Gal Gadot) Criminal habla de todo eso. En esto profundiza la película de una forma visual y onírica, sobre todo al principio. Antes del momento “álgido”, antes de la vorágine de muertes y disparos muy propio del cine estadounidense.
Resumiendo un poco la trama, un hacker conocido como “El Holandés” (Michael Pitt) desarrolla una herramienta denominada “Agujero de Gusano” con la cual poder usar todo el armamento deseado (que se tenga acceso de forma digital) y trata de cambiarla por seguridad y dinero a los Estados Unidos. El agente de la CIA encargado del trato es Bill Pope (Ryan Reynolds) el cual muere a manos de un equipo de asalto comandado por Hagbardaka Heimbahl (Jordi Mollà), un anarquista español que quiere el Agujero de Gusano para poner en jaque a cualquier nación.
El Holandés consigue esconderse pero el secreto se sabe, la apertura de todos los sistemas de seguridad mundiales penden de un hilo. La única solución que puede funcionar es la investigación de un doctor (Tommy Lee Jones) con la que implantar los recuerdos de un ser vivo a otro. Aunque sólo está probado en ratones, y está a años de poder ser probado en humanos, Quaker Wells (Gary Oldman) alto cargo de la CIA, mueve todos los hilos necesarios para implantar los recuerdos del agente Pope en la mente dañada de un criminal sin moral ni distinción entre lo bueno y lo malo llamado Jericho Stewart (Kevin Costner).
El uso de este criminal es crucial, dado que con el daño producido cuando era pequeño hace que su parte moral esté “en blanco”, pudiendo así pasar temporalmente la mente de Pope a Jericho. Wells decide sacar a Jericho de la cárcel para la intervención y cuando todo parece haber fallado, lo desechan. Jericho empieza a tener problemas mentales, sensaciones y recuerdos que no son suyos. Y todo el mundo le persigue, queriendo la ubicación de El Holandés y los códigos de destrucción.
En eso podrían transcribirse los primeros 20 minutos de este film de casi dos horas de duración. Un thriller de acción (con más acción que suspense) donde lo que sobran son los tiros. El director israelí Ariel Vromen trata de convencernos de la importancia de arreglar todo a base de disparos con unos efectos especiales muy superiores a lo estimado, violencia aquí y allá y una sonoridad muy propia del género acción.
Siendo efectista en el momento de ver la película (apenas deja espacio al espectador de pararse a pensar) volviendo en metro de la proyección y escribiendo notas me daba cada vez más cuenta de la imperiosa necesidad de usar la acción para evitar una profundidad mayor a una trama más que interesante, un genial homenaje a “Cara a Cara” de Cage y Travolta.
Dicha trama está diluida en litros y litros de sangre, decenas de muertos y destellos de explosiones, como si fuera algo secundario, algo innecesario. Y ahí radica el problema real de Criminal, en dar prioridad a la acción frente a una argumento denso. Lo inmediato y llamativo frente a una trama profunda y bien localizada. Cierto es también, debo romper una lanza a favor de las escenas de acción, siendo muy trepidantes y visuales.
Las actuaciones son sublimes, sobresaliendo por encima de los demás (por orden) Gary Oldman (“Drácula”, “Hannibal”, la saga “Batman” de Nolan), Jordi Mollà (“Riddick”, “Blow”) y Kevin Costner (“Waterworld”, “Bailando con lobos”, “Robin Hood, príncipe de los ladrones”).
Conclusiones de Criminal
Criminal nos enseña qué hay de malo en elegir el camino fácil al trabajado, lo malo que hay hoy en día en la industria del cine, en la necesidad de poner disparos a casi todos los rodajes, en elegir la tensión fugaz (durante el visionado) en vez de la tensión palpable (la que te obliga a volver a dedicarle un tiempo a la peli, unir todos los cabos y señalar al culpable de toda reacción) pero al mismo tiempo nos enseña una trepidante historia con unos personajes creíbles (no todos, obviamente), con una trama profunda y una buena ración de acción y desenfreno.
Al final, es a lo que vamos al cine, ¿no? A divertirnos, a distanciarnos de nuestros problemas, a usar dos horas de nuestro tiempo en admitir que son más llamativas las vidas inventadas llenas de tiros, sangre y explosiones, que ir a trabajar todos los días. Y sí, en sí es una buena película, buenas actuaciones y con un Kevin Costner brutal y visceral que dista mucho de la imagen de caballero blanco acostumbrada.