Dunkerque, lo nuevo de Christopher Nolan. Crítica

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Cuando hace un par de años tras el éxito de «Interstellar» (2014) Christopher Nolan confirmó que su próxima película se centraría en los acontecimientos que tuvieron lugar en «Dunkerque» durante la segunda guerra mundial, a más de uno le sorprendió un giro tan drástico en su filmografía.

Sin embargo aquellos que seguimos la carrera del director británico desde sus inicios no nos sorprendió tanto, y es que si de algo no se puede acusar a Nolan no es de que no intente tratar diferentes géneros, desde el policíaco (Insomnio-2002-), pasando por el drama histórico (porque sí, digámoslo claro, «El truco final»-2006- es un drama histórico con toques fantásticos sobre el enfrentamiento de dos ilusionistas a lo largo de su vida), el subgénero cada vez más habitual de supehéroes (su trilogía sobre «Batman» -2005, 2008 y 2012- en la que demostró que el mundo del cómic también podía ser tratado desde un panorama adulto y realista), hasta llegar a sus dos trabajos fantásticos que tuvieron aclamación de publico y critica por partes iguales (Origen y la mencionada al comienzo del artículo, Interstellar).

Con Dunkerque Nolan demuestra que aún se puede tratar el género bélico desde una perspectiva diferente a las vistas hasta ahora y confirma que es uno de los directores más en forma del panorama actual y sin lugar a dudas el mejor cineasta de su generación (quizá en disputa directa con Dennis Villeneuve a la espera de que nos muestre qué es capaz de hacer con el universo de Blade Runner).

Nolan nos muestra una película bélica moderna, en la que  arranca «in media res» y en la que en un prodigio de composición que juega con el tempo de las escenas vemos como se sumerge de lleno en la lucha por la supervivencia de un grupo de soldados desde cuatro perspectivas diferentes: la de un grupo de soldados que se ven acorralados por el ejercito nazi a través de su aviación en una especie de demostración de tiro al blanco, la de un padre y su hijo que ante la petición oficial de Churchill de que la marina civil cediese sus embarcaciones para intentar rescatar al mayor número de tropas atrapadas en la bahía de Dunkerque, no dudan en ellos mismos partir y recorrer los pocos km que separan las costas inglesas y francesas del canal de la mancha, la de un piloto de la aviación británica que desinteresadamente pone su avión y su vida en riesgo por salvar el mayor número de vidas atrapadas en Francia y por último la de la angustia del máximo responsable del ejercito británico atrapado en Dunkerque, y la confianza ciega que tiene en las ordenes a cumplir por parte de su comandante en jefe a pesar de la urgencia de la situación.

Así, Nolan se separa de una composición más clásica de argumento-nudo y desenlace y nos muestra un thriller bélico que supone un nuevo punto de partida en su carrera que se amplia con nuevos horizontes en este largometraje y en el que demuestra que el juego con el tiempo es el cemento sobre el que levanta el entramado narrativo de esta película (y de gran parte de su filmografía en general).

A través de una serie de caras anónimas salpicadas por alguna estrella del panorama británico (soberbios Mark Rylance y Kenneth Branagh en la que seguramente sea la interpretación más contenida y, a nivel interpretativo, posiblemente la mejor de su carrera), se nos enseña en sus caras el reflejo de la angustia en la lucha por la supervivencia de un ejército que se siente acorralado y con toda esperanza ya perdida.

Todos estos personajes se desplazan por el filo de la navaja entre su propia supervivencia o la del prójimo, y es en esta dicotomía donde Nolan impone sus temas e inquietudes como autor, en un pulso donde el director se las ingenia para hacer que en todo momento reine un tema central por encima de todos los planos, secuencias y personajes de su película: la dignidad por encima de la barbarie y la muerte que se produce en todo conflicto bélico.

Cada plano cuenta y esta cuidadosamente pensado para no solo darnos información, sino transmitir la emoción en torno a lo que le ocurre a los personajes; esa muestra de dignidad o reflejo de gestos de perdón (un ejemplo la mirada entre padre e hijo cuando el personaje de Cillian Murphy pregunta sobre el estado de salud de un muchacho. O el discurso final de Churchill con el que se cierra la película y se desvela la identidad de un personaje: «Lucharemos en las calles, lucharemos en las playas…nunca nos rendiremos»).

Mientras otros directores como Spielberg en su multipremiada «Salvar al Soldado Ryan» (1998) o más recientemente Mel Gibson en «Hasta el último hombre» (2016) nos muestran toda la crudeza sangrienta de un enfrentamiento militar, Nolan prefiere llegar a nosotros sin derramar prácticamente ni una gota de sangre, ya sea en planos generales que le acercan históricamente al virtuosismo de David Lean («Lawrence de Arabia»-1962- o «El puente sobre el rio Kwai» -1957-) o en planos cortos en los que casi no hay guion, solo la expresividad de los rostros.

Muchos de sus detractores dirán que Nolan esta sobrevalorado, que es un director frío y cerebral incapaz de mostrar sentimientos a la hora de componer una escena, y que al final es la labor de sus colaboradores, el apoyo en la re-escritura de guion de su hermano Jonathan Nolan, la partitura de Hans Zimmer o la fotografía de Hoyte Van Hoytema (sustituto desde Interstellar de su anterior colaborador habitual Wally Pfister), la que eleva a los altares a sus películas; a esos mismos críticos sin desmerecer su opinión les diría que es en el manejo y apoyo en sus colaboradores donde se demuestra el virtuosismo de un director.

Conclusiones de Dunkerque

La nueva película de Nolan arranca la carrera por los Oscars de este 2017, no sé si se tratará de su película más redonda, pero sin ninguna duda estamos ante uno de los grandes títulos de este año y la confirmación de que al director se le debe un Oscar (y seguramente alguno de los miembros del reparto en donde sobresalen los ya mencionados Rylance y Brannagh).

Dunkerque nos devuelve al gran cine épico y gloriosamente mostrado en la pantalla grande. Una muestra brutal de imágenes de acción visualmente brillantes y con contenido.

 

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