En el mundo de los videojuegos, hay diferentes categorías, como todo en la vida y para cada una de estas categorías de jugones se les tiene un nombre/apodo diferente ¿verdad?, por ejemplo, si eres un jugador «normal» al que le gusta jugar sin complicaciones y no volverse loco por quedarse atascado en algún nivel de determinados juegos se les llama «casuals», si por el contrario te gusta ponerte al límite, se te describe como «hardcore».
Después tenemos los que se dedican a jugar a tres o cuatro determinados juegos, que también tienen diferentes categorías, que va desde ser un fan de esas sagas a ser un adicto total, qué no quieren saber nada de otros títulos.
Y por último tenemos a los ya muy conocidos «frikis«, que son todos aquellos que llegan a ser fanáticos en general, como muchos de los que estáis leyendo esto ahora mismo. Hace cuestión de un tiempo (apenas un par de años), el llamar friki a una persona se podía considerar hasta un insulto, pero hoy en día, el llamar friki a alguien es sinónimo de que es un experto en la materia de la que se habla, es decir, que ser un espectacular profesor de Lengua y Literatura, ¿podría considerarse un friki de los libros?, pues sí, aunque la RAE aún no incluya la palabra «friki» dentro de nuestro vocabulario «oficial».
Después de estos términos a los que la mayoría de los mortales podemos llegar con un poquito de empeño, están los famosos y temibles «pros» (¿cuántas veces habéis entrado en un servidor de algún juego de fps y veis a un tío que parece que lleva cheats, pero te das cuenta que es una máquina y acabas saliéndote porque es imposible matarlo? xD), que son aquellos que ganan dinero y se entrenan durante horas y horas al día en los videojuegos, ¿pero qué pasa cuando llevas la perfección de tus habilidades de un juego a la realidad?, me explicaré mejor. Imaginaos que sois muy pero que muy buenos jugando al nuevo Battlefield 3, ¿seríais capaces de meteros en una guerra real y ser igual de precisos con un arma real que en el videojuego?.
Pues esto es precisamente lo que le pasó a un chaval madrileño de 26 años. Su espectacular manejo a los volantes de los coches del título de Gran Turismo Prologue, le dio la oportunidad de medirse a los mejores corredores del mundo al volante de un bólido de más de 500 cv y 800 kg de peso.
Todo empezó cuando un día leyó un cartel de GT Academy en el que ponía que querían hacer una prueba y demostrar que su simulador de coches era tan real que un gameplayer excepcional podría montarse en un coche de carreras y competir de tú a tú contra los profesionales. Aquí comenzó una historia de película.
Sin dudarlo, Lucas Ordóñez se apuntó a este campeonato mundial en el que daban la posibilidad de competir en las 24 horas de Dubái. Se compró un volante para jugar al Gran Turismo Prologue y todo lo necesario para entrenar y se puso manos al volante. Poco a poco fue consiguiendo superar todas las marcas de la red, hasta llegar a ser de los más rápidos.
Luego tuvo que competir contra los 22 mejores de toda Europa en Silverstone. Después de conseguir una plaza para ponerse a los mandos de un coche de competición real, venía lo más difícil, la preparación física y mental que hay que tener para poder manejar este tipo de tecnología, cosa que no hacía falta cuando estás delante de una videoconsola.
Después de un duro año de preparación física y exhaustivos controles de exigencia tanto mental como psicológica, consiguió superarlo todo y así ganarse un puesto para correr durante tres meses en el reino unido, lo que le daría la licencia para disputar las 24 horas de Dubái. Aquí compartió horas de entrenamiento real con pilotos profesionales, de la talla del ex-F1 Johnny Herbert, donde nuestro paisano marcó tiempos similares a este profesional de las carreras de coches.
Hoy en día es un prestigioso piloto profesional, llegando a ganar el campeonato de Europa de GT4. La última tremenda proeza de este chaval, es quedar en la segunda posición en las 24 horas de Le Mans, considerada una de las pruebas más duras y más peligrosas para un piloto de coches.
Si nos paramos a pensar, todo esto viene de una afición a un juego al que le dedicas unas horas al día, se convierte en algo que realmente te gusta y tienes la suerte de que te dan la posibilidad de convertirlo en una profesión. Pero lo que más nos puede hacer pensar, es hasta qué punto llega la perfección y la simulación de algunos títulos que son capaces de competir con la realidad y no sólo a nivel amateur, si no, a niveles de los mejores profesionales del mundo en el sector.
Ahora que estamos a las puertas (un par de años como máximo) de una nueva generación de videoconsolas, donde los juegos seguirán superándose, si llegará el momento en que alguno de los títulos a los que podamos disfrutar en nuestro salón sean de una calidad y una exigencia como en la realidad, significaría que podríamos utilizar esas horas de juego/trabajo para tener más posibilidades en nuestra vida profesional y poder registrar esas horas cómo experiencia laboral, ¿no?.
¿Qué pensáis vosotros?