A estas alturas todo el mundo estará de acuerdo en que Jake Gyllenhaal es un actorazo. Su carrera tiene un recorrido impresionante desde que a los 10 añitos papá y mamá (ambos cineastas) lo pusieron a actuar, y poco a poco se está consolidando como uno de los mejores intérpretes del cine americano de este siglo. Al muchacho lo mismo lo pones en un thriller psicológico (Donnie Darko, Zodiac, Nightcrawler…) que en una comedia romántica (Amor y otras drogas) que en una cinta de acción o aventuras (Jarhead, Prince of Persia, Everest…) que en un dramón de envergadura (Brokeback Mountain). Da igual, porque Jake lo hace estupendamente y es garantía de solvencia interpretativa. A sus 35 años le queda mucho camino por delante y seguramente el ansiado Oscar, más pronto que tarde, estará al caer. Una prueba más de sus titánicas posibilidades como actor es Demolición (Demolition), película que 20th Century Fox estrena el 1 de julio en España.
Demolición se trata de un drama psicológico que nos cuenta la historia de David Mitchell, un ejecutivo de inversiones que lucha por entender su desconexión emocional tras la repentina muerte de su mujer en un accidente de coche. De forma casual utilizará una carta de queja a una compañía de máquinas de golosinas como vehículo para sincerarse y revelar sus verdaderas emociones. Las cartas de Davis llamarán la atención de la representante del servicio de atención al cliente Karen Moreno (Naomi Watts) con la que llegará a establecer una rara conexión, así como con su hijo. Mientras tanto, y a pesar de la presión de su suegro para que se recupere, Davis continúa cayendo.
La película, sobre el guión de Brian Sipe, está dirigida por el canadiense Jean-Marc Vallée, cuyo mejor filme en nuestra opinión es la mordaz y sobresaliente C.R.A.Z.Y. En sus más recientes trabajos Vallée parece estar especializándose en trabajar con grandes actores a los que sabe hacer sacar lo mejor de sí mismos para que ofrezcan brillantes interpretaciones. Así lo hizo con Reese Witherspoon en Alma Salvaje y con Matthew McConaughey para que consiguiera el oscar por Dallas Buyers Club y esa parece ser también la finalidad de su próximo proyecto sobre Janis Joplin que será protagonizado por Amy Adams. En Demolición lo vuelve a hacer con Jake Gyllenhaal, gran reclamo del filme desde el mismo cártel, quien soporta todo el peso de la película y lleva a cabo una interpretación soberbia, contenida y matizada que es lo mejor del filme.
Completa el cartel Naomi Watts cuyo personaje es el más inconsistente, algo desdibujado y ausente de química con el personaje principal, pues parece concebido sólo como vehículo para la catarsis del protagonista o para la interesante identificación que se establece entre David y su hijo adolescente (fantástico el joven actor Judah Lewis). También debe destacar la solvente interpretación del veterano Chris Cooper, con él y con el adolescente Lewis el director del filme demuestra que es bueno no sólo con los talentos principales sino también eligiendo potentes actores de reparto.
La película va alternando la narración lineal con flash evocativos, breves recuerdos o imágenes e ilusiones mentales que contribuyen a ir perfilando la evolución psicológica del protagonista. Y dos son los instrumentos que se utilizan para esa evolución: el epistolar a través de esas cartas a una desconocida que se convierten en vehículo de expresión sincero, vía de honestidad y autoconocimiento; y la demolición a la que se refiere el título como vía de escape, metáfora de la destrucción catártica como punto de recuperación e inflexión vital. Se podrá decir que el mensaje es poco sutil, pero lo cierto es que la película embauca e hipnotiza y es fácil sucumbir a sus encantos.
En definitiva, alternando el humor con la sinceridad dramática, y con una BSO fundamental en la que se alternan temas de rock con el Nocturno de Chopin o la Boheme de Charles Aznavour, pasando por la fundamental Crazy on You de Heart, asistimos a una película quizás pretenciosa y demasiado obvia pero también demoledora, nunca mejor dicho. Sobre la base de la descomunal interpretación de Gyllenhaal, Vallée destruye y construye todo un entramado que no es difícil que termine tocándote la fibra sensible.