Cuando hablamos de DOOM, los que tenemos cierta edad y llevamos en esto de los videojuegos muchos años, nos entra cierta nostalgia que solamente los grandes clásicos pueden evocar, al más puro estilo de los primeros Mario Bros, Zelda o, por hilarlo con el tema de hoy, Wolfenstein 3D. Uno de los mayores miedos que puede tener gente como nosotros es ver cómo las compañías quieren revivir o rehacer viejos clásicos o franquicias antiguas para aprovecharse de los éxitos del pasado pero con todas las modernidades de hoy en día, destrozando lo que una vez formó parte de nuestra infancia en la mayor parte de los casos. No es que lo pasado sea siempre mejor, pero competir contra las sensaciones que evocaron en nuestra infancia hace que lo idealicemos y, contra eso, es casi imposible luchar.
Si bien id Software y Bethesda emprendieron un proyecto con uno de estos títulos, DOOM, el reto estaba a la altura de ser o un gran éxito o un estrepitoso fracaso, y desde luego desde la compañía comprendían esto ya que no solo han tardado muchos años en traernos esta nueva experiencia, sino que en algún momento de su desarrollo no les convenció cómo estaba quedando y decidieron borrarlo todo y comenzar de nuevo, con todo los gastos extra que ello conlleva (realmente digno de ser admirado).
Si bien DOOM no se acerca a los FPS de hoy en día, de hecho se aleja en muchos aspectos, posiblemente en Bethesda cogieron el toro por los cuernos y decidieron presentar un título sincero y lo más fiel posible a sus raíces. ¿El resultado? El niño que llevamos dentro está ahora mismo aplaudiendo hasta con las orejas.
El infierno se ha desatado a nuestro alrededor
DOOM nos cuenta su particular historia en un futuro no muy lejano, donde la humanidad ha realizado un descubrimiento enorme al colonizar Marte. Allí la UAC, mediante diversos experimentos, encontró la forma de llegar a otra dimensión, la cual se parece totalmente al infierno. Pero quisieron ir más allá y descubrieron que podían utilizar esa dimensión para extraer energía, una limpia y muy potente, y abastecer a todo el planeta tierra, por lo que la compañía siguió con los experimentos militares y energéticos.
Lo que sabemos es que nos hemos despertado en medio de las instalaciones de la UAC en Marte y todo el mundo parece haberse muerto o convertido en una serie de zombis demoníacos, por lo que sobrevivir en un entorno así no va a ser nada sencillo. Todo se complica todavía más cuando descubrimos que alguien está intentando abrir de nuevo el portal hacia el infierno y dejar que todos los seres pasen de su mundo al nuestro.
Como es de esperar, la historia no deja de ser un trasfondo, una de las partes más endebles de DOOM y es que hasta en esto han querido ser fieles al original. Sin embargo sí que han introducido mejoras en este campo y es que, durante nuestra exploración, encontraremos fragmentos de la historia, códices que nos hablan de nuestros enemigos, hologramas que nos darán pistas… otorgándole un cierto toque survival horror que, si bien no llega a sorprendernos en ningún momento, sí que ofrece algo más de peso.
Adrenalina en estado puro
Si la historia que encontramos en DOOM es una de las partes donde más flojea el juego (si es que lo hace en alguna), la jugabilidad es todo lo contrario. Bethesda e id Software han querido ser totalmente fieles al clásico FPS y nos traen un título que se aleja enormemente de todos los juegos del género que podemos ver hoy en día: vida que no se autorregenera, armamento con munición limitada que no se recarga, botiquines de vida, enemigos que sueltan balas y vida como si fueran piñatas… todo lo que ha sido DOOM está presente en esta nueva entrega, pero hay mucho más.
Al igual que en el original, a nuestra disposición tendremos unos escenarios enormes listos para ser explorados en su totalidad. Durante nuestras misiones podremos hacernos con distintos elementos repartidos y escondidos que nos darán mejoras y nos facilitarán la vida, como son los guardias élites caídos (con ellos mejoraremos nuestro propio traje), los robots de mantenimiento que nos permitirán escoger especialización en las armas, coleccionables, aumento de salud, armadura o munición, runas que tendremos que pasar pruebas para conseguirlas… todo ello distribuido entre distintos secretos que, a su vez, nos irán otorgando puntos que podremos utilizar para mejorar el armamento. Todo esto contribuye a darle un toque actual, con distintas mejoras y que se distancia del clásico.
Sin embargo, lo que ha sido la acción de siempre permanece intacta. DOOM nos pondrá a prueba muchas veces y, tal y como reza uno de sus consejos, los apáticos morirán muy fácilmente ya que quedarse quieto es la peor opción que podremos tomar. Entre las escenas de exploración, donde muchas veces tendremos que llevar a cabo saltos que parecen imposibles, la acción se desata sin límites, con oleadas de enemigos que aparecerán en distintas localizaciones mezclados entre distintas especies, por lo que las estrategias no nos darán mucha ventaja sobre ellos (si queremos pararnos y abatirlos con nuestra arma de precisión, seguramente tengamos a nuestra espalda a algo que nos vaya a dañar o nos dispare proyectiles). Por ello la acción está más que asegurada y siempre sin quedarnos quietos (de hecho en muchas ocasiones podremos encontrar mejoras temporales que nos ayuden a superar esta clase de eventos si buscamos bien), realizando una mezcla perfecta entre tiros y ejecuciones al más puro estilo Mortal Kombat.
Técnicamente, una bestia infernal
Para traer de vuelta una franquicia como DOOM, id Software y Bethesda quisieron tener lo mejor de lo mejor a su disposición, por lo que su propio motor gráfico era la opción idónea: el id Tech 6. Escuchando los errores cometidos y señalados por la comunidad con RAGE, el estudio desarrolló toda una serie de mejoras y, sobre todo, de posibilidades para que los usuarios pudieran tener total libertad para configurarlo a su antojo. Esto se traduce en que no solamente vemos un juego muy bien optimizado, pudiendo disfrutarlo en tarjetas de gama media con una más que aceptable calidad gráfica, sino que además también podremos variar las opciones a nuestro antojo, personalizándolo al máximo algo que en RAGE no pasó.
Pero no solamente podemos vivir de la posibilidad de escoger. DOOM cumple con creces dos aspectos que son más que necesarios en un título de este calibre: calidad gráfica y una ejecución perfecta. La cantidad de partículas que podemos ver en pantalla, explosiones, muchas clases de enemigos, sangre salpicando por todos lados… son muchos los ejemplos que nos permiten ver que el id Tech 6 luce estupendamente bien y, aunque no es perfecto ya que algunas texturas como los muros sufren cuando nos acercamos demasiado, no podemos reprocharles nada, especialmente cuando hablamos del punto dos. Para un juego de este estilo se necesita que los frames por segundo sean lo más estables posible y lo cierto es que en este título se consigue muy fácilmente. Nosotros estamos hablando de la versión de PC, pero es que hemos podido comprobar que en consolas también es algo que se mantiene. La versión de PS4 es la más estable de las dos, consiguiendo ir a 1080p y 60FPS sin despeinarse (podemos ver algunas bajadas pero nada señalable) y, aunque la de Xbox One puede tener alguna caída más habitual, al menos llegamos a los estándares que tanto tiempo llevamos demandando para la «nueva» generación de consolas.
Por si lo dudabais DOOM llega completamente traducido y doblado al castellano, marca de la casa Bethesda, realizando en ambos casos un trabajo más que correcto. Mención especial nos gustaría hacer también en el apartado sonoro y es que tanto los sonidos como la banda sonora es de lo más potente. Las armas sonarán en consonancia con su potencia, los monstruos serán totalmente reconocibles nada más escucharlos y la música habla por sí sola, con temas de música electrónica, heavy e incluso toques clásicos de arias, dando un ambiente único.
La comunidad, parte problema parte solución
Llegamos a uno de los puntos más controvertidos del análisis y es que el multijugador es la gran pata de palo de DOOM. Durante la fase beta que estuvo al alcance de todos unas semanas antes de su lanzamiento, ya podíamos ver cómo el público en general era muy cauto a la hora de hablar de las sensaciones que le había transmitido y, tan cerca de su lanzamiento, era más que factible que no fuera a cambiar demasiado y así ha sido. Estamos ante una experiencia bastante plana, con poco contenido y con una jugabilidad que no se parece prácticamente en nada a lo que podemos hacer en el modo campaña y, sinceramente, ni falta que le hace. Si bien es cierto que hoy en día parece que los FPS sin un buen multijugador no son nada, id Software y Bethesda se han centrado en lo que es el espíritu de DOOM, y por extraño que os parezca por aquel entonces el multijugador no era lo más demandado.
Sin embargo en la otra mano tenemos el SnapMap, una herramienta que han puesto a nuestra disposición para que los usuarios puedan realizar cualquier cosa que tengan en mente. Con ello podemos crear mapas multijugador, mapas para la campaña e incluso mapas para cooperativo, dejando de mano de la comunidad el poder mejorar un apartado en el que id Software ha decidido dejar un poco de lado para centrarse en la campaña.
Conclusiones de DOOM
id Software y Bethesda nos traen el que será para nosotros uno de los mejores títulos de este año, un FPS de los de antes donde prima mucho más la diversión y la acción que el resto, dándonos la alternativa perfecta si ya nos hemos cansado de tanto Call of Duty o Battlefield. Tened en cuenta que estamos ante un juego que ha sido creado para que se disfrute de la campaña, con un multijugador algo plano que irá mejorando con el tiempo gracias a la comunidad y al uso de SnapMap, por lo que si sois de los que no toca la campaña no es aconsejable. Eso sí, si alguna vez queréis darle la oportunidad al modo para un solo jugador, DOOM es la elección perfecta con unas 13 horas de duración y mucha, mucha diversión.