Llega a nuestras pantallas Infiltrado, otra película enmarcada en el mundo de la droga y más concretamente en el subgénero policíaco de la lucha contra su trafico ilegal por parte del departamento antidroga, más conocido con el sobrenombre de DEA. Basada en una historia real y enmarcada en la década de los 80, años en los que se desarrolló de forma más cruenta la batalla por detener la distribución y consumo de estupefacientes vía Colombia, a través de grandes alijos de Cocaína que introducía en Miami el Cartel de Medellín, comandado por la figura de Pablo Escobar. Este ha alcanzado fama mundial en los últimos años debido al éxito y múltiples alabanzas que ha recibido Narcos, serie biográfica que narra las ascensión y caída de dicho cártel, centrándose en la figura del traficante.
Películas de este género ha habido muchas, claros ejemplos son la adaptación cinematográfica de la teleserie Corrupción en Miami (Michael Mann, 2006), o Scarface “el precio de poder” (Brian de Palma, 1983), pero pocas nos lo han mostrado desde la perspectiva que nos muestra El Infiltrado. La película de Brad Furman (director ya experto en los thriller tal y como se veía en sus trabajos anteriores The lincoln Lawyer y Runner Runner) narra la historia de Rober Mazur, un policía estadounidense que se infiltra en una banda de narcos colombianos. Para lograr ese objetivo, Mazur (Bryan Cranston) se infiltrará junto Kathy Ertz (Diane Kruger), quien fingirá ser su futura esposa y Emir Abreu (John Leguizamo), su compañero cuyos métodos poco tradicionales distan de la forma de trabajar mas clásica del primero, policía con una dilatada experiencia en el mundo de la infiltración. Ambos deberán aprender a trabajar juntos para granjearse la amistad de los narcotraficantes, escalando en la red de confianzas de los mismos, hasta alcanzar la cúpula de la organización criminal y ser parte de la mayor operación encubierta antidroga de la historia.
Así Cranston, inolvidable en su papel de «Heissenberg» en la serie Breaking Bad, lleva el peso de la trama y se marca un papelón sobre el que va discurriendo los acontecimientos de la película. Este salva un guión un tanto deslavazado y en el que los personajes secundarios y las escenas se van presentando de una forma un tanto inconexa. El film en algunos momentos podría resultar aburrido si no fuese por la gran labor interpretativa del actor californiano.
A parte de Leguizamo (Moulin Rouge; Jhon Wick o Decisión critica, entre muchas otras películas) y de Kruger (Troya, Malditos Bastardos) en los roles principales de la historia, vemos otros nombres conocidos de la cinematografía española como Elena Anaya, Ruben Ochandiano o Simon Andreu, junto con secundarios del star system de Hollywood, como Jason Isaacs o Benjamín Bratt.
La película va transcurriendo, poniendo cada vez más en peligro la tapadera de Mazur, a medida que este va tratando con personajes más importantes en el escalafón del narcotráfico, hasta el punto de arriesgar su vida y la de sus seres queridos en algunas secuencias de la película. Así, a modo de resumen del mensaje que pretende transmitir el film, cabe recordar una frase que el personaje de Leguizamo dice a Cranston en la cual le da a entender que los que se dedican a ese trabajo son adictos a la adrenalina de sus tapaderas, y el estilo de vida descontrolado de los personajes que se ven obligados a interpretar, en clara alusión al mundo del consumo de drogas que les rodea. Cranston le responde indicándole que la clave de una buena tapadera es saber en quién puedes confiar y que puedes intentar cambiarte de acera a una más limpia para evitar la suciedad, pero siempre hay que tener mucho cuidado con el barro que arrastren tus zapatos.
En esas dos frases podría resumirse la moraleja de la película, la cual trata las vidas y vicisitudes de estos expertos de la infiltración que pretenden tener controlado todo lo que ocurre a su alrededor. Sin embargo tienen que ser capaces de reaccionar en décimas de segundo ante situaciones inesperadas en las que una frase o un gesto mal interpretado podría suponer la diferencia entre la vida y la muerte.
Conclusión de El Infiltrado
Película entretenida pero de guión inconexo que sobrevive gracias a la labor de actuación de Cranston, en la que le vemos tornar de padre de familia preocupado por su esposa y la infancia de sus hijos a blanqueador de dinero sin escrúpulos y de comportamientos psicóticos, sin que en ningún momento chirríe la interpretación del mismo. La película narra el mundo de la lucha antidroga sin aportar nada nuevo al género, pero sí muestra un estudio detallado de la labor de infiltración en este tipo de operaciones.