Hay muchos aspectos en los videojuegos que, tarde o temprano, tienen que cambiar de manera trascendental. Como todos sabemos, el salto evolutivo que han dado de generación en generación ha demostrado que, no solo se puede mejorar un apartado gráfico o una banda sonora, sino que también se pueden perder otros puntos que dotaban a los juegos de una esencia que ya pocos de ellos tienen.
Para que os hagáis una idea, os voy a mostrar una imagen que resume brevemente el tema a tratar en mi artículo:
Aunque el «dibujito» informe de «Computer Games», todos los buenos jugadores sabemos que se puede aplicar perfectamente a todas las plataformas actuales. Hoy hablaremos de la dificultad de los juegos, uno de esos puntos que parece haber desaparecido con el paso del tiempo.
Es muy triste recordar que, el último título que me costó verdadero esfuerzo, fuera Final Fantasy III para DS, uno de esos remakes que aparecieron para la portátil de Nintendo, cuyo lavado de cara no hizo añicos la jugabilidad y dificultad de la que hizo gala hace ya tantos años. Aunque también es cierto que, juegos que causan tanto sufrimiento como el no tan antiguo DarkSouls, pueden llegar a provocar verdadera frustración a los usuarios. No estoy hablando de un juego que «putee» al máximo al joven que tiene el mando, no hablo de que le peguen una colleja a tu personaje y pierdas todo tu inventario y todo lo que has enredado, no. Simplemente me digno a referenciar a esos títulos que, a pesar de tener sus puntos y espacios libres para guardar la partida, poseían una línea de dificultad ajustada, que hacía que la aventura y su posterior desenlace ofreciera a un jugador esa satisfacción que hoy en día no tenemos.
Otros ejemplos claros de lo que hablo, pueden ser sagas tan conocidas como Final Fantasy, Resident Evil o el mismísmo Silent Hill. Tres claros ejemplos de que la dificultad ha ido menguando con el paso de los tiempos.
Aun recuerdo esas gruesas y detalladas guías en las que teníamos que poner nuestra atención, casi al pie de la letra, para enfrentarnos o derrotar a muchos de los enemigos que nos encontrábamos en las tierras de Final Fantasy VI, VII, VIII. Como se colocaban ante nosotros situaciones inesperadas que nos dejaban literalmente «en calzoncillos» y sin saber hacia donde dirigirnos. Respecto a esta saga, no hablo únicamente de la destreza necesaria para acabar con muchos de los monstruos, hablo también del cambio radical en los escenarios (y linealidad de los mismos) desde aquel año en que SquareEnix lanzó el exitoso Final Fantasy X.
Algo parecido ha sucedido con Silent Hill, una de esas sagas que además de sacarnos de nuestras casillas con puzzles casi imposibles de solucionar (recuerdo el piano en la escuela), ha menguado en gran medida la complejidad y libertad en los escenarios, a pesar de que el numero y dificultad de los enemigos si haya aumentado. Sacrificamos un escenario grande con pocos enemigos, a unos más pequeño con uno de ellos que te haga la vida imposible.
Si nos fijamos en nuestro último ejemplo: Resident Evil, podemos incluso decir que el cambio ha sido totalmente contrario a las otras dos sagas. Resident Evil demostró a los jugadores que no todo se basa en la masacre, cientos de armas y pasilleo… nos hizo aprender lo que verdaderamente era el suvirvor horror con una entrega extensa, que nos hacía valorar y aprovisionar nuestras balas y medicinas para cuando realmente lo necesitásemos, un título capaz de hacerte sufrir por llegar al siguiente punto de guardado. Hoy en día eso se ha acabado. Capcom ha modificado el sh, por un juego de acción en tercera persona donde, por desgracia, la esencia ya se ha perdido completamente. Nos presentamos ante una saga donde predomina el «ganado», decenas de enemigos que se abalanzan sobre nosotros mientras hacemos acopio de nuestras numerosas armas e infinita munición.
El problema de todo esto es que, por mucho que quieran negarlo, las compañías intentan llegar a todo tipo de usuarios: desde niños pequeños hasta personas mayores, a las que, por supuesto, no vas a poner a jugar a DarkSouls. Sin embargo, los verdaderos gamers de antaño, seguimos pensando que la dificultad en los videojuegos es algo que nunca se debería haber tocado, pues hoy en día cualquiera piensa que por pasarse un título en su mayor nivel, ya ha conseguido alcanzar ese orgasmo videojueguil que teníamos nosotros al matar a Chaos o a Némesis con nuestra escopeta recortada.
Quien no sepa de lo que hablo, os invito a disfrutar de Silent Hill, Final Fantasy III, Resident Evil, Commandos, Ninja Gaiden, Metal Slug, Megaman 9… Solo unos pocos ejemplos de que, a mayor dificultad, mayor satisfacción de escribir en tus redes sociales eso de «Soy Gamer».