¿Nunca os habéis preguntado qué sería de vuestra vida si abandonarais completamente este mundillo que nos envuelve y nos rodea? ¿Os habéis planteado alguna vez dedicar esas 40 o 50 horas que os lleváis surcando mundos extraños en pos de salvar el mundo en leer, practicar deporte o incluso hacer vida social? Muchos os diréis a vosotros mismos que jugar a videojuegos no es más un divertimento… un hobby como otro cualquiera… pero para muchos es como una forma de vida.
Quizás sea la madurez que va rondando cada palmo de mi cuerpo lo que hace verme demasiado viejo para seguir surcando esos mundos de fantasía, quizás sea verme con mi edad y sin poder tener un trabajo digno ni una vida digna gracias a esta maldita economía que se hunde… que lleva a pique cada centímetro de nuestro país. Aunque pienso sinceramente que la razón por la que me siento tan asqueado, es simplemente porque el mundillo que conocemos está llegando totalmente a su fin.
Me voy a permitir criticar de vergonzosa la purulenta salida de lanzamientos deprimentes que estamos viendo en este surgir de la alta definición, era que será recordada por una de las más lamentables de todos los tiempos. Muchos son los aspectos que me hacen eliminar mis ganas de seguir adquiriendo juegos y «disfrutando» de una, cada vez más pobre, etapa videojueguil.
Las compañías han dejado de lado el dinamismo, la buena presencia y sobre todo, el trabajo de realizar nuevas IPs de calidad… recopilando una y otra vez viejas glorias ya jugadas que vuelven a nosotros con un lamentable lavado de cara. Remakes tristes y sin ningún tipo de aliciente, remasterizaciones y más remasterizaciones de juegos a los que acabamos cogiendo asco… y sobre todo, formatos de lanzamientos en packs denominados (con toda la cara dura), como contenido descargable o DLC. Lo digo con todas las palabras, me avergüenzo de lo que las compañías están haciendo con los videojuegos, me avergüenzo de como la decadente manera de sacar dinero a los jugadores está haciendo que las desarrolladoras se saquen de la manga segundas, terceras y cuartas partes de juegos, intentando exprimir un jugo que se secó hace ya muchísimos años.
Me pregunto… ¿y si lo dejara? ¿Me pesaría? Yo creo que no, creo sinceramente que dejar de lado este mundillo que me ha acompañado durante cerca de 21 años no me supondría ningún esfuerzo, porque hay poco que perder en esta generación de consolas que no ha dejado más que máquinas de dudosa calidad, remakes y remasterizaciones absurdas, continuaciones tristes y sin calidad y formatos packs de contenido de muy dudosa calidad. ¿Me pesaría? No, para nada. ¿Donde ha quedado la ilusión de comenzar un juego y mantenerla hasta finalizarlo? ¿Dónde se encuentran esas aventuras incansables, esas historias maravillosas jugadas en mundos de ilusión… donde están los verdaderos videojuegos de la «high definition»?
Algunos diréis que es imposible meter todos los juegos en un saco (exceptuando algún que otro título), aunque yo hoy no critico ningún título, ninguna consola ni ninguna historia… hoy critico esta generación, esta etapa de alta definición… este periodo de nuestro mundillo que comenzó allá por el año 2005 y que solo nos ha dejado un fuerte mal sabor de boca que se acicala levemente con alguna que otra “gotita de limón”.
Si lo dejara no perdería absolutamente nada más que lo perdido en ver como el sistema económico de una empresa es más importante que sacar títulos que de verdad merezcan ese dinero. Si lo dejara, no perdería nada. Solo espero que en la próxima generación de consolas este cáncer que ha corrompido nuestra mayor afición, pueda ser exterminado por personas que realmente saben a lo que juegan, que de verdad se les erice el vello al surcar mundos como los de Hyrule, al montar de nuevo en un Chocobo, al escuchar la respiración de un «Licker»… espero que entiendan que los verdaderos jugadores seguimos esperando esa generación de «alta… calidad».