Querida madre:
Gracias mamá, muchas gracias por sumergirme en este impresionante mundo que ahora me llena de placer. Gracias por hacerme conocer un hobby que ha llenado mi vida de tanta satisfacción; de tanta diversión, sonrisas, humor y conocimiento. De verdad, gracias.
Porque fuiste tú la que, hace muchísimos años atrás, consiguió que mis dedos tocaran por primera vez aquello que muy pocos conocían, un trozo de plástico alargado que ahora todos llaman «joystick». Un pequeño objeto que logró, desde el primer momento, atraparme en algo tan grande que ha conseguido perseguirme hasta hoy, que ha conseguido que me convierta en lo que soy, y que ha hecho posible conocer a personas tan queridas para mí.
Porque no solo un libro culturiza, no solo una película muestra y no un profesor es el único capaz de darte educación, destreza, sabiduría y enseñanza. Porque tú has conseguido que este niño tuyo consiga aprender lo que supone el valor de la amistad, el luchar por lo que quieres, por las personas a las que amas y aquellas por las que nunca pensaste dar tu vida. Enseñaste a mi mente a ser fuerte, a no dudar de mis actos; conseguiste que muchas sensaciones que eran imposibles de captar desde otras perspectivas se grabaran en mi mente como a hierro forjado. Gracias mamá, por hacer defender mis ideales, por comprender que mi elección siempre será la correcta, pues sea cual sea, será la única que tiene valor para mí. Gracias de nuevo por ayudarme a superar mis miedos, a enfrentarme a mis enemigos y a exprimir la verdad de donde muchos no la veían; por encontrar siempre ese rayo de esperanza entre la oscuridad, por soñar despierto y compartir las aventuras que siempre había deseado.
¿Qué más decir? Enhorabuena, porque por esa primera vez que me tocaste me llevó a conocer a personas maravillosas, mujeres, hombres que ahora pueden enseñarme, con los que puedo reír, llorar, aprender y sentir orgullo por ello. Personas que han compartido conmigo tantas emociones que no puedo llegar a recordar, y otras que no tardarán en cruzarse por mi camino.
Nada más que decir, solo: gracias. Un último «gracias» por haberme hecho conseguir todos los logros de los que ahora me enorgullezco, por hacerme merecedor de todas las personas que me rodean y de las que tantas cosas he aprendido. Gracias «mamá» por llenar mis ojos de fantasía, de lágrimas, de brillo; ojos que durante horas se mantuvieron fijos en ti y que consiguieron que este hombre sea considerado un gamer, un buen jugador, un buen hombre.
Gracias, mamá, por traer ese sentir hasta estos días, esa sensación de tocarte, de posar mis dedos y jugar, de ese sonido que nunca olvidaré, de la primera imagen que recuerdo de ti. Has cambiado, has madurado, has evolucionado… pero ese joystick de plástico seguirá muy dentro de mí hasta el día en que la fuerza de este corazón «jugón» calle para siempre.