Hasta el último hombre (traducción ligera del título original de la película: Hacksaw Ridge) es una maravilla del cine bélico. Y a pesar de que la valoración suene acelerada y quizás demasiado absoluta, vamos a dar las razones por las que esta película entusiasmará a cualquier amante de la acción.
El argumento de «Hasta el último hombre»
Desmond Doss es un joven prometedor enamorado de una preciosa enfermera. Su sueño es llegar a convertirse en médico para ayudar a la gente, pero no puede costearse los estudios. Sin embargo, cuando la II Guerra Mundial estalla, Desmond se ve arrastrado hacia su deber moral por alistarse. Sólo existe un problema: su padre es un veterano de la I Guerra Mundial que cayó en el alcoholismo por el trauma que esta le ocasionó y aterrorizó a sus hijos mientras estos eran pequeños. Y Desmond le prometió a Dios que no tocaría jamás un arma ni mataría a un hombre.
Así que cuando se alista e informa a su Capitán de que no tocará un arma, el caos y el drama se desata. El ejército de los EEUU busca cualquier pretexto para hacerle la vida imposible, conseguir que desista o declararle mentalmente inválido. Y contra todo pronóstico, Desmond aguanta todas las presiones, decidido a entrar en batalla sin tocar ni un arma.
Una ambientación maravillosa
El director de Hasta el Último Hombre es Mel Gibson. Quizás os sonará más por ser el poderoso William Wallace de Braveheart o el director de La Pasión de Cristo. Sea como sea, las producciones dirigidas por Mel Gibson destacan porque no se cortan ni un pelo en mostrar los momentos más gore, desagradables y terribles de la historia. La ambientación de «Hasta el último hombre» es colosal.
Hasta el último hombre se podría dividir en dos partes: la primera mitad en la que Desmond lucha por ser aceptado en el ejército de los Estados Unidos, y la segunda en la que entra en batalla. La fotografía, clara y profesional al estilo de una producción de Hollywood, se adapta perfectamente a cada una de las mitades, siendo clara y limpia al principio y polvorienta y terrible la segunda. Emplea ciertos efectos especiales como niebla y nubes de polvo causado por la artillería americana que impiden la visibilidad de los soldados de un bando y otro. Y sin embargo, a pesar de esta dificultad añadida, Hasta el último hombre emplea perfectamente el recurso del polvo para sorprenderte, hacer que saltes y generar en el espectador la sensación de caos y pánico que debe de sentir alguien en una batalla.
La arbitrariedad de las personas que viven o mueren en «Hasta el último hombre» nos hace dudar en todo momento de la justicia de la guerra y de esa enseñanza que heredamos de las pelis de Hollywood de «si es suficientemente guapo y tiene más de cuatro minutos en pantalla, este sobrevive a la batalla». Y después de una batalla larga, terrible e incesante, notas en tu propio cuerpo el cansancio, el pánico, el miedo y la sensación de que sólo un golpe de suerte podría salvarte.
El montaje es realmente brillante. Ni te aburre la primera mitad ni sobra ni un sólo minuto del pasado del héroe antes de la batalla. Cada frame y cada secuencia está perfectamente medida para crear un conjunto bélico realmente interesante.
El viaje del héroe
Y es que «Hasta el último hombre» cuenta también con la fórmula mágica de Hollywood para conseguir el éxito: el camino del héroe. Un joven incomprendido, se prepara y se entrena luchando contra un grupo de enemigos y manteniéndose estoico en todo momento sólo para deslumbrarnos en el momento de la verdad.
Y a pesar de ello, la construcción del personaje de Desmond Doss resulta realmente espectacular. Sería fácil mostrarnos a un joven brillante con unas fuertes creencias ideológicas que chocaran contra la mayoría y que fuera inocente desde el primer segundo. Pero no es así. La película comienza con una pelea entre Desmond y su hermano cuando son pequeños. En un brote de furia, Desmond coge un ladrillo y lo estampa en la cara de su hermano, dejándolo inconsciente. Y es ese instante en el que se da cuenta de que podría haberlo matado, cuando decide hacer un pacto con Dios.
Desmond duda continuamente. Cuando en el ejército lo amenazan con meterlo en prisión el resto de su vida por negarse a coger un arma, duda y está a punto de declararse culpable antes de seguir adelante. En batalla duda y tiene tanto miedo que a veces se echa a llorar. Desmond es un personaje humano y real. Sabemos que tiene miedo. Olemos su terror. Y aún así sigue adelante. Y eso es lo verdaderamente sobrecogedor de la película: no es un héroe elegido. Podría haber sido cualquiera.
Hasta el último hombre: perfectamente documentada
Uno de los momentos más sobrecogedores de Hasta el último hombre es el final. Cuando te presentan al verdadero Desmond Doss explicando cómo fue la batalla contra los japoneses, te das cuenta verdaderamente de la magistral tarea de documentación que lleva la película. Mel Gibson y los guionistas Robert Schenkkan y Andrew Knight se molestaron en hablar con todos los supervivientes, buscar vestigios, cartas y documentación para poder crear una película lo más fiel a la realidad posible.
¡Incluso repitiendo frases que dijeron los soldados!
Conclusiones
Hasta el último hombre es una verdadera obra maestra del cine bélico. Su profusa documentación hace que todo el escenario se vea realista y sufras con los personajes. La ambientación polvorienta y los efectos especiales son espectaculares, carentes del espejismo impresionable que suelen tener las explosiones y las cgis integradas de las guerras.
Además, cuenta con un guión inmensamente bien trabajado y una construcción de personajes que hará que empaticemos rápidamente con cada uno de ellos. La película es humana, dejando de lado la propaganda bélica americana que suele estar imperante en este tipo de títulos.
En resumen: una gran película con un magnífico guión que merece la pena ver.