Independence day resurgence se estrena en España de la mano de 20 CENTURY FOX coincidiendo como no podía ser de otra manera con la aproximación de la fecha yankee-patriótica del 4 Julio. Aún recordamos cómo, precedida de una impresionante campaña de marketing, la película protagonizada en 1996 por Will Smith fue todo un acontecimiento con el que la productora reventó las taquillas de medio mundo. Para la historia del cine palomitero han quedado las imágenes de destrucción masiva o el icónico momento en que las naves alienígenas hacían estallar la mismísima Casa Blanca. Es cierto que su patrioterismo extremo resultaba ridículo y que los tópicos del héroe americano provocaban hilaridad, motivos por los que la cinta fue vilipendiada por toda la crítica, pero también es cierto que su combinación de acción espectacular, catastrofismo, humor y ciencia ficción hizo las delicias del público que acudió en masa a divertirse con esta película.
Han pasado 20 años y a alguna mente brillante, en línea con la preocupante falta de imaginación de las grandes productoras americanas, se le ha ocurrido intentar repetir el éxito para forrarse con el blocksbuster del verano ideando una secuela en la que se repite casi todo, pero cuyo efecto lamentablemente ya no es lo mismo.
Vuelve a coger las riendas del proyecto Roland Emmerich, potente director especialista en cine espectacular y catastrofista, una especie de Cecil B. De Mille postmoderno y vacuo, que tiene en su haber joyas del despropósito anticientífico como 2012, 10.000, El Día de mañana o Godzilla, perlas del cine patriotero como El patriota (valga la redundancia) u otras alhajas que el tiempo se ha encargado de convertir en casi míticas como Soldado universal o Stargate. Con semejante bagaje imaginamos que coordinar esta nueva superproducción seguramente ha sido coser y cantar para Emmerich, lo que quizás se deja percibir en esta película, que da la sensación de ser un producto rutinario y sin alma, una obra donde la brillantez excesiva de la primera película, la sorpresa y la chispa novedosa que la caracterizaban, brillan por su ausencia.
La historia se sitúa 20 años después de la primera parte, es decir en 2016 pero un 2016 de ficción pues gracias a la heroica salvación de Steven Hiller en 1996 la humanidad, encabezada por supuesto por USA, ha utilizado la tecnología alienígena incautada para mejorar su armamento, construir una estación lunar y prepararse ante nueva llegada de enemigos extraterrestres. Como es de esperar la llegada alienígena se produce, sólo que ahora es a mucha mayor escala de lo que se había previsto, con una nave de dimensiones continentales que siembra el caos mundial, una especie de garrapata gigantesca con la que los alienígenas pretenden absorber toda la energía del planeta. Por desgracia el héroe Steven Hiller falleció, pero un grupo de aguerridos pilotos de combate -entre los que se encuentra su propio hijo -tomará las riendas para poner a los extraterrestres hostiles en el lugar que les corresponde.
Desaparecido Will Smith (no se puso de acuerdo con el estudio porque su caché era demasiado elevado) los guionistas han optado por un protagonismo más coral, con una especie de patrulla águila de fulgurantes jóvenes pilotos entre los que destacan el guapo e impasible Liam Hemsworth (emergido de la trilogía de Los juegos del hambre), Maika Monroe (rescatada de It Follow y La Quinta Ola) que hace de hija del expresidente de los EEUU Whitmore y que ahora es asesora de la actual presidenta, y Jessie T. Usher en el papel del hijo del fallecido héroe Steven Hiller. Entre ellos se producen algunos conflictos emocionales totalmente tópicos, previsibles e insustanciales.
Hay que advertir que quien no haya visto el filme de los 90 se encontrará algo perdido pues la película es una secuela en toda regla donde -adicional a ese nuevo grupo de actores- se retoman prácticamente todos los personajes de la primera parte, tanto a Bill Pullman -ahora en el rol de traumatizado expresidente-, el de Jeff Goldblum-cuyo papel de científico en esta ocasión no se sabe muy bien qué representa-, el padre de éste interpretado humorísticamente otra vez por el veterano Judd Hirsch, el de Vivica A. Fox (que ahora es una eminente doctora solamente para dar pie a una de las escenas más ridículamente emotivas de toda la película) y hasta el simpático científico loco doctor Okun (Brent Spiner) que regresa del coma para esta secuela. Se suman otros nuevos como la actriz y modelo china Angelababy Yeung, otra integrante de la patrulla águila que, junto al capitán chino de la estación lunar, viene a evidenciar la clara intención de los productores de explotar las muy apetecibles salas de cine asiáticas. Aparece también Charlotte Gainsborug que de dramática ninfómana de Von Trier ha pasado a insustancial científica que poco aporta a la historia.
Intervienen otros muchos protagonistas, lo que da una idea de cómo en sus dos horas de duración el filme termina perdiéndose entre tantos esquemáticos personajes, en un ir y venir de pequeñas e insustanciales historias sin emoción y con mucha menos gracia que en su predecesora.
Las escenas de acción y los efectos a estas alturas de la carrera de su director no por menos podemos decir que están bien, aunque tras un arranque más bien insulso con ausencia de momentos de verdadero impacto destructivo (se echa de menos una imagen icónica como la de la destrucción de la Casa Blanca de la primera), pasamos a una abigarrada sucesión de escenas a lo Pacific Rim que terminen abrumando, y hay ideas tan manidas (como la identificación del extraterrestre con el enjambre, reina madre incluida) que aburren por lo tópico.
La película no pierde tampoco la oportunidad de remarcar la posición de USA como policía del mundo, con su presidente a la cabeza, si bien el exacerbado patriotismo de la primera parte ahora aparece algo más atemperado, con llamadas a la unión y solidaridad mundial, ofreciéndose una visión más ecuménica y universal a través de las escenas africanas (aunque reproduciendo el tópico del negro atrasado y con machete) y llamativamente con la aparición de protagonistas chinos cuya imagen, con toda la intención, aparece cada vez más idealizada en el cine hollywoodiense.
Conclusiones de Independence Day Contraataque
En definitiva, aunque el filme es suficiente para evadirnos de los calores veraniegos, pierde fuelle respecto al original y es menos divertido y sorprendente. Tanto que algunos terminarán echando de menos a Will Smith y sus gracietas.