Desarrollado por el equipo creativo Art Co. y la propia distribuidora PQube, que ha empezado a crear en colaboración sus propios videojuegos, nos llega a Occidente su título más reciente Kotodama: The 7 Mysteries of Fujisawa. También gracias al trabajo y esfuerzo de la distribuidora española Meridiem Games en traer su versión física a nuestras tiendas. Una novela visual la mar de peculiar al más puro estilo manga/anime que nos pone en la piel de un estudiante de intercambio que gracias al poder de Kotodama será capaz de resolver todos los secretos que esconde su nueva academia. Aunque los métodos para conseguirlo no sean los más éticos ni del agrado de todo el público.
El poder Kotodama
Kotodama: The 7 Mysteries of Fujisawa nos adentra en la Academia Fujisawa, una institución educativa donde nada es lo que parece y cada uno de los alumnos esconden un secreto. Donde nuestro protagonista, envuelto por la curiosidad de los misterios de la academia, sobre todo impulsado por el caso de la maldición de Makoto, empezará a investigar los hechos hablando con los diferentes compañeros de escuela para conocer la verdad. Pilar de esta novela visual donde la clave será interrogar a una gran cantidad de personajes principales como secundarios. Tanto interactuando con ellos o a través del sistema Quacker, una red social que nos será de gran ayuda para desvelar algunos de los misterios. Todo esto sirve para cumplir nuestro objetivo, pero con esto no nos será suficiente obligándonos a hacer un pacto con un demonio en forma de zorro llamado Mon-chan, que gracias a sus poderes obtenemos la habilidad Kotodama, que significa literalmente: «el poder de las palabras»; y en la que recae por completo su sistema jugable.
El poder de Kotodama se materializa a través de un minijuego en el que debemos alinear 3 o más orbes del mismo tipo en la cuadrícula. Aunque con una ligera modificación, ya que no podemos mover ni cambiar orbes libremente a nuestra voluntad. Si estamos interesados en un tipo específico debemos seleccionar la pieza concreta y esta será despedida al principio de la fila. De esta manera podemos conseguir enlaces de 3 o más según qué orbes enviemos a la parte superior. Y aquí es donde entra la polémica ante los ojos occidentales. Este minijuego al estilo Candy Crush (por tener una referencia) entra en acción cuando debemos interrogar al personaje principal o importante de cada capítulo, en donde nuestro protagonista se imaginará a esta persona casi desnuda. Nos explicamos un poco mejor, no os preocupéis. El juntar orbes funciona para acumular puntos y de esta manera llenar el medidor al completo. Cada interrogatorio tiene un medidor compuesto por 4 sectores. Empezamos el juego con el personaje vestido al completo y por cada sector completado, este irá perdiendo algo de ropa. Hasta el punto de que lo veremos en ropa interior ante nuestros ojos. Y como os podéis imaginar, si rellenamos el medido de felicidad por completo la persona delante de nosotros quedará totalmente desnuda. Pero eso sí, siempre que ocurre esta escena se hace un primer plano desde los hombros con un poco de «humo» para ocultar y dar rienda suelta a la imaginación. Por lo que el título no llega a ser todo lo explícito que aparenta ser en un principio.
Una vez superado el conflicto existencial y habernos acostumbrado a tener que desnudar a gente, aunque no de forma literal, porque todo este suceso es simplemente una imaginación de nuestro protagonista ocasionada por culpa de sus nervios al interrogar a alguien importante, el sistema de juego es bastante más profundo y completo de lo que parece. En primer lugar y debajo del medidor de felicidad en la parte derecha de la pantalla, tenemos un contador que irá aumentando a medida que hacemos combinaciones. De esta manera desbloqueamos los demás iconos que nos ayudarán a obtener movimientos extras en una fase «challenge«. Cada icono posee un porcentaje de acierto así como un número de turnos a conseguir. Estos van desde el 90% de probabilidad de acertar hasta el 60%, 40% y 30%; así como los turnos que van desde 1, 2, 3 y 5 respectivamente. No obstante, debemos tener cuidado al arriesgarnos en utilizar aquellos con menor porcentaje, por ejemplo, 30% que añade 5 movimientos extra. Porque si tenemos la mala suerte de que al personaje no le agrada este challenge, su barra de felicidad disminuirá complicándonos un poco más la tarea. Y si llegamos al contador de cero movimientos habremos perdido la partida obligándonos a empezar desde el principio. Además, Kotodama: The 7 Mysteries of Fujisawa cuenta con un modo de juego extra llamado «Fantasía«, en donde podemos volver a enfrentar a los diferentes personajes que ya hemos derrotado en la historia principal. En esta modalidad se nos permite personalizar la ropa interior que tendrá el adversario durante la penúltima fase así como la dificultad del mismo.
Esta mecánica estará presente a lo largo de los 7 capítulos de la trama de Kotodama: The 7 Mysteries of Fujisawa. Una historia que se torna típica durante los primeros compases y que cambia con buen desarrollado conforme avanza, cogiendo forma y hasta jugando con algunos giros de guión consiguiendo que estemos más atentos a los sucesos presentes. Una vez completado, este volverá al principio para que empecemos de nuevo. De hecho, la obra de PQube cuenta con varios finales que aparecerán según nuestras acciones. Es más, también tiene un final secreto que para verlo, a parte de otras cosas, debemos conseguir las palabras o frases ocultas del libro de palabras. Este nos permite subir los poderes de los orbes hasta el nivel 3.
Viviendo dentro de un anime
Respecto al diseño de personajes nos encontramos ante uno al más puro estilo anime, en donde según qué personaje esté en escena contará con más detalles e importancia de dibujo que otros. Por ejemplo, aquellos que cuentan con un papel de más peso en la trama tendrán un diseño más profundo así como más detallado, respecto a aquellos secundarios que tienen menos detalle de dibujo e incluso carecen de personalidad alguna. Aunque su integración con la historia es adecuada, ya que hasta ellos tienen cierta importancia en la misma a pesar de que tampoco posean un nombre específico. El apartado gráfico en su totalidad comparte estilo artístico, con escenarios muy bien representados según la localización. Estos lucen de manera sorprendente con un buen uso de colores, iluminación, sombras y volúmenes. Aunque tampoco llegan a destacar del todo ni como deberían, porque la acción de todo el juego se desarrolla a través de planos en dos dimensiones estáticos. Restando profundidad en este sentido.
La banda sonora, por su parte, es bastante escasa e incluso sosa. No tenemos gran variedad de pistas hasta el punto de volverse hasta predecibles e incluso repetitivas. Ninguna sobresale de otra, le falta ser más exigente en este campo. Alejándose de esa parte tan importante de las novelas visuales e incluso, sin ir mucho más allá, de lo que es una simple producción de una serie anime. Aun así tampoco llega a ser tan mala del todo y cumple muy bien su función de acompañamiento a los escenarios, diálogos y situaciones.
Conclusión Kotodama: The 7 Mysteries of Fujisawa
Kotodama: The 7 Mysteries of Fujisawa sorprende y para bien a pesar de sus apariencias. El estilo anime que inunda por completo la obra es de muy buena calidad y agradable a la vista, sobre todo para los amantes del género. La historia al principio es bastante sencilla pero gracias a su desarrollo, los diferentes finales incitando a la jugabilidad y sus personajes lo convierten en un título entretenido. Se hace bastante rejugable con la excusa de intentar sacar todos los distintos finales disponibles. Aunque cometer el mínimo error podrá fastidiarnos la partida y tener que empezar de nuevo, cayendo en una repetición que sin duda hace que perdamos el interés por completo.
Si el hecho de tener que «desnudar» personajes te impide ponerte delante de la pantalla, entonces este no es tu juego. De ser todo lo contrario, disfrutarás de una historia que te enganchará fácilmente y te hará disfrutar de sus queridos y queridas «waifus». Por nuestra parte reconocemos que es un género en el que no nos sentimos demasiado cómodos, pero cuando algo es bueno, lo reconocemos.