A Contracorriente films presenta el western Jane Got a Gun que ha sido titulado en castellano como la La Venganza de Jane. Algunos han calificado este filme como la película maldita de Natalie Portman, pues no han sido pocas las vicisitudes experimentadas desde que se concibió y empezó a rodar en 2013 hasta que finalmente se procede a su exhibición en 2016. Imaginamos que Portman, no sólo protagonista sino también coproductora, se sentirá aliviada con el estreno de la película tras haber visto cómo quien iba a ser directora, Linne Ramsay, abandonó el proyecto el primer día de rodaje teniendo que ser sustituida in extremis por Gavin O,connor, o cómo el papel de villano fue declinado sucesivamente por Michael Fassbender, Bradley Cooper y Jude Law. Aunque quizá el mayor contratiempo se produjo tras la quiebra de la productora principal lo que obligó a buscar nueva empresa para su distribución mundial. Tanta demora permitió incluso al protagonista masculino del filme, Joel Edgerton, que también figura como coguionista, darle tiempo a escribir, producir, dirigir y estrenar su propia cinta (El regalo).
Jane Got a Gun (nos gusta mucho más el título original que el castellano) nos cuenta la historia de Jane Hammond que, después de que su marido forajido regrese a casa medio moribundo con varias balas en la espalda, decide defender su granja de la banda de Bishop que le persigue por traidor. Antes de que les encuentren se verá obligada a pedir ayuda a Dan Frost, ex-amante y enemigo acérrimo de su pareja, lo que les llevará a evocar a ambos vivencias de su pasado mientras se preparan para el enfrentamiento final.
La película parece querer evocar en un principio la atmósfera del western crepúscular con una magnífica fotografía de Mandy Walker, que matiza la luz con claroscuros y colores ocres. Sin embargo, y pese a que algunas escenas violentas son precisamente lo mejor del filme, el desarrollo argumental decide ir por otros derroteros que lo alejan de lo que podría haber sido un producto más potente, y se inclina hacia el drama romántico basado en un triángulo amoroso pero sin carga de profundidad y con escasa evolución emocional de los personajes, rozando el tedio por momentos, con lo que desemboca en una especie de “soft western” que termina pareciéndose a la edulcorada La Casa de la Pradera mucho más de lo que nos gustaría.
El guión fabricado a base de flash-backs que nos van reconstruyendo la historia de Jane y sus amores nos proporcionará alguna vuelta de tuerca bastante tramposa en la parte final, aunque consecuente, con la opción por dar a la trama una dulce resolución. En la construcción de escenas de acción llama la atención cómo la decisiva escena del enfrentamiento en la cabaña está planificada desde la perspectiva interior, lo que no deja de ser interesante, pero no por ello el conjunto deja de dar la sensación de indefinición.
En el plano interpretativo Joel Edgerton, también coguionista, y que ya antes había trabajado con el director O’connor en la interesante Warrior, quizás lleve a cabo la mejor actuación del filme en el papel de Dam, el abnegado, contenido y entregado primer amor de Jane. El rol del malherido marido de la protagonista lo lleva a cabo Noah Emmerich (a quien siempre recordaremos como el amigo de Truman en la ya mítica cinta de Peter Weir) quien también había colaborado con el director en Warrior y en Pride and Glory. La parte del villano queda reservada para un teñido Ewan McGregor en un rol con el que seguramente se habrá divertido mucho pero que en la construcción dramática del filme queda algo desdibujado, pues sus motivaciones para la venganza y sus supuestas obsesiones no quedan bien expuestas. Le acompañan como miembros de su banda algunos malotes realmente interesantes como odiosos esbirros, que dan lugar a los momentos de violencia explícita más llamativos y divertidos de esta cinta, como ocurre con el destino del personaje interpretado por Rodrigo Santero (sí, el Jerjes de 300) o el del tatuado Boyd Holbrook.
Pero la película se ha hecho sobre todo para el lucimiento de Natalie Portman. Es imposible no admirar a esta bella criatura, si bien hay que reconocer que su rostro y figura son demasiado elegantes y delicados para el papel que aquí representa. No dudamos de su profesionalidad y sus dotes interpretativas pero su fina figura es más apta para interpretar al Cisne Negro por la que fue multipremiada, o como la reina Amidala de Star War, que para una vengadora granjera del viejo oeste.