Jennifer Yuh Nelson (directora del segundo y tercer Kung Fu Panda) adapta la primera novela de una trilogía de ciencia ficción de Alexandra Bracken, en una película protagonizada por la novedad buscando un nuevo icono juvenil que cubra la vacante dejada por Jennifer Lawrence y su “Katniss”. Lo intenta de la mano de Amanda Stenberg y de la experta en películas teenagers y comedias románticas Mandy Moore como mentora.
Los jóvenes cinéfilos que todavía no se han cansado de las distopías sobre un futuro apocalíptico encontrarán a una protagonista simpática en el rol protagonista, pero los espectadores que han realizado este viaje suficientes veces como para buscar, por ejemplo, un contexto previo que aborde dicha opresión en el mundo real, deberían buscar en otra parte.
La sinopsis de la adaptación de esta saga juvenil seria la siguiente.
Las superpotencias son una enfermedad para los adolescentes en The Darkest Minds, con adultos temerosos que los quieren matar o encarcelar a sus hijos mutantes, convirtiendo a algunos en soldados que, presumiblemente, matarán a los niños menos obedientes. Ante esta situación se rebelará una resistencia múltiple, de hecho, los motivos de sus líderes pronto se pondrán en tela de juicio, y una heroína con dones extraordinarios tendrá que decidir a qué bando unirse y si permanecer fiel al puñado de adolescentes que la han ayudado a mantenerse con vida.
Stenberg tuvo ya una gran aparición previa en la pantalla grande con otro rol de saga juvenil épica en el papel de Rue, el aliado condenado a luchar a vida o muerte de Katniss Everdeen,en la primera película de Los Juegos del Hambre. Esta vez ella asume el rol de la heroína de esta película: Ruby Daly, quien ha desarrollado unos poderes terroríficos de control mental y está tratando de evitar que el mundo se dé cuenta.
La película de Yuh Nelson comienza en los albores de lo que describe Ruby (Stenberg) a través de una voz en off como «una guerra», que comenzó cuando ella era solo una niña con la muerte repentina de un compañero de clase. Muy pronto, la voz en off nos dice que la mitad de su clase había muerto, y luego un 90% de la población infantil había desaparecido, asesinado por un virus incurable. Los detalles sobre los límites de edad reales o la extensión de las muertes a otros países son escasos en la trama de la película, dejándola a la imaginación del espectador, por lo que muchas de las «reglas» de este nuevo mundo permanecen sin respuesta. Los niños que sobrevivieron fueron eventualmente enviados a campos administrados por el gobierno, regidos férreamente por el nefasto presidente Gray (Bradley Whitford), prometiendo encontrar una cura para esos niños y llevarlos a casa lo antes posible.
Convenientemente, estas habilidades se pueden clasificar ordenadamente en un puñado de categorías de niños catalogados por colores, desde los menos peligrosos, azules y verdes, hasta naranjas y rojos, que son tan incontrolables que se supone que deben ser asesinados al simple contacto con ellos.
Seis años después, Ruby y el resto de su especie todavía están en los campamentos. Su situación es particularmente grave porque, según el mito de «Mentes poderosas» que se repite hasta la saciedad, es una de las chicas más peligrosas, una «naranja» en una escala que solo sube a rojo como el color más mortífero. Por lo general, las naranjas y los rojos son asesinados en el momento en que se registran en un campamento, pero los poderes de Ruby tienen que ver con el control mental, por lo que ha pasado desapercibida durante años. Eso cambia en los eventos que conllevan a su fuga y que arrojan a Ruby de vuelta a un mundo muy diferente, uno que carece de niños y respuestas.
Para que el espectador más avezado no piense que este código de colores es una especie de organización clasista inventada por el Departamento de Seguridad Nacional, en realidad es una simplificación creada por el autor, que en un alarde de ingenio nos muestra que si un niño es clasificado como Verde, simplemente sus ojos se vuelven verdes cuando te hace sentir algo agradable; cuando los niños con habilidades telequinéticas hacen que las cosas floten en el aire, sus ojos se vuelven azules, excepto Ruby, que siendo una de las pocos y peligrosos naranja (lo que significa que puede controlar las mentes de los demás, en escenas que me recordaron, quizá, en una reminiscencia a mi “ frikismo” a aquellas en las que Obi-Wan Kenobi jugaba con las mentes de los soldados de asalto), hasta ahora ha logrado hacerse pasar por un verde en el campo de concentración al que ha sido enviada.
Hablando ya un poco del casting, nos encontramos que en una película sobre la fuerza de los niños incluya momentos más destacados de su joven elenco, incluyendo a Amandla Stenberg (ella misma alumna de la saga de » Los juegos del Hambre «) y Harris Dickinson, de «Beach Rats«, junto con Miya Cech y Skylan Brooks (los cuatro jóvenes que juntan sus habilidades y caminos contra el régimen opresor). El elenco adulto por contra, es en gran parte desperdiciado, incluyendo a Mandy Moore como un médico supuestamente de buen corazón que tiene algo que ocultar o simplemente luce con aspecto traumado todo el tiempo, y la estrella de “Juego de Tronos”, Gwendoline Christie, en un papel ingrato como una cazarrecompensas cruel ( conocidos como “tracers» o » trazadores » en la jerga de la historia).
Como suele ser el caso en las películas ambientadas en distopías surgidas repentinamente, persisten los rumores de que un paraíso está fuera del alcance del régimen establecido, dirigido por otros niños supervivientes a salvo de las garras del gobierno. Quizás todo estará bien si pudieran llegar allí, pero como es evidente por la gran cantidad de material que Bracken ha creado en este mundo, probablemente ese no sea el caso. El viaje, sin embargo, es a menudo emocionante, y ver a Ruby y a sus nuevos amigos unidos en la supervivencia es emocionalmente absorbente. No puedes evitar preocuparte por ellos.
Yuh Nelson también encuentra el momento de espolvorear detalles intrigantes que van mucho más allá para explicar el estado actual del mundo, desde tomas de campos de fútbol descuidados y extensos estacionamientos llenos de inútiles autobuses escolares, hasta un vistazo rápido a un letrero anticuado que anuncia una vertiginosa subida de precio de algo como la leche y una visita a otro grupo deshonesto de niños. Pero realmente, en una segunda mirada «Mentes poderosas» es la ruta para ocultar su gran secreto a los que le acompañan por parte de Ruby y que tendría repercusiones no solo para su existencia, sino para la del mundo entero desde el prisma de una historia familiar.
Conclusiones de Mentes poderosas
Ese gran secreto apenas se insinúa hasta la segunda mitad de la película, cuando de repente se convierte en el más importante de toda la historia, y que hasta ese momento casi no había tenido relevancia, mostrándose de una manera desordenada para avanzar hacia una conclusión que no solo está lista para una secuela, sino que la pide a gritos. La película avanza velozmente a través de su acto final a velocidad vertiginosa, repartiendo respuestas y provocando nuevos conflictos sin preocuparse demasiado por cómo impactan en la historia, independientemente del aturdimiento del espectador, simplemente por el mero hecho de facturar el intento de una nueva franquicia de éxito que quizás, nunca llegue a buen término. Hace media década, podría haber sido un éxito seguro, pero en estos días el mercado se encuentra saturado de franquicias y remakes prefabricados.
Todo ello aderezado por un guion previsible de la mano de una adaptación precipitada de otra saga juvenil sin tener en cuenta el devenir de los acontecimientos y mas interesados en generar nuevas estrellas juveniles para rellenar las carpetas de hordas de adolescentes, y unos secundarios sin peso que no apoyan al elenco de nuevos actores adolescentes