Cada vez tengo más claro que el retro nunca pasará de moda mientras los nostálgicos de turno sigamos al pie del cañón. Nostálgicos como Josep Monzonis, desarrollador independiente de este Micro Pico Racers, demuestran que las viejas fórmulas siguen funcionando y que aún pueden ser susceptibles a ser mejoradas/ actualizadas a los tiempos que corren.
Como en los viejos tiempos
A simple vista Micro Pico Racers un juego indie de cochecitos. Y es cierto, la vista no engaña, tenemos coches y un homenaje claro a aquellos primeros juegos de conducción que pudimos disfrutar en la era de los 16 bits. La opera prima de Josep Monzonis nos lleva de vuelta al salón de casa, lugar donde pasábamos horas disfrutando de los videojuegos en compañía de nuestros amigos y una buena merienda.
La finalidad de este título es divertir, pasar el rato y (por qué no) picarnos un poco. Si algo nos ha parecido genial en esta humilde propuesta es tener la posibilidad de disfrutarla como nos venga en gana, puesto que aunque desde un principio se presente como un juego de conducción con vista cenital, en cualquier momento podremos cambiar la cámara a nuestro gusto (vista isométrica o vista trasera), transformando en cierta medida su jugabilidad y ofreciéndonos lo mismo pero de manera diferente.
También hay que recalcar la cantidad de modos de juego y pruebas que nos ofrece, que sin ser demasiado variadas lo cierto es que en cuanto a cantidad no nos podemos quejar. Tendremos más de 60 eventos divididos en cuatro categorías en la cuales nos encontraremos pruebas de destrucción, contrarreloj, las clásicas carreras contra otros competidores e incluso pruebas de drift. Para participar en estos retos contaremos con más de 20 vehículos a nuestra disposición (cada uno con sus características y diseño propio) lo que junto a un modo multijugador a pantalla partida de hasta cuatro jugadores y un modo online hacen de Micro Pico Racers una propuesta decente y bastante viable de ser disfrutada.
Sencillo en todos sus aspectos
Pero como es de esperar no hablamos de un juego perfecto. Lo cierto es que para ser la primera obra del señor Monzonis hablamos de un juego bastante correcto, pero que obviamente arrastra varias carencias dejando de lado (obviamente) el apartado técnico.
Jugablemente es muy básico: acelerar, frenar y utilizar el nitro de manera eficiente serán nuestras únicas preocupaciones. No seria justo por nuestra parte achacar su nulo realismo como fallo (puesto que para nada es lo que busca) pero lo cierto es que la conducción se presta demasiado sencilla. Todo esto es en gran parte debido al nulo uso de cualquier tipo de física en los coches. Los vehículos no dan ninguna sensación de peso o contacto, hasta el punto de que las colisiones contra otros vehículos o el escenario se resuelven rebotando contra ellos cual balón de playa. Por momentos las carreras son parecidas a las de aquel mítico Scalextrix, teniendo un frenada extremadamente seca y siendo sumamente fácil recuperar el control del vehículo; esto último lo notamos sobre todo en las pruebas de drift, donde más que nuestra habilidad se tendrá en cuenta escoger un vehículo adecuado con capacidad de derrapar, lo que vuelve este apartado de la conducción algo demasiado controlable y que sin quererlo ni beberlo resta complejidad a la conducción base.
Por otro lado las pruebas que se presentan al jugador son variadas, aunque no siempre acertadas en su ejecución. Ya hemos hablado de las pruebas de drift, que sin ser malas no son tan divertidas como las carreras normales, pero pruebas como las de destrucción parecen bastante metidas con calzador y hasta innecesarias de acoplar al modo solitario. En este caso tendremos que competir contra otros vehículos chocando contra ellos hasta destruirlos para alzarnos con la victoria, pero como hemos dicho, las colisiones no están lo suficientemente bien implementadas como para hacer de esto algo tan divertido y necesario de ver en el modo single player.
Personalmente veo estos objetivos adicionales como algo divertido de probar con amigos, pero no para jugar solo, puesto que en muchas ocasiones son estos retos los que interfieren en nuestras ganas de seguir completando las pruebas.
También es de recibo señalar que aunque la variedad de coches sea relativamente amplia hubiese sido un puntazo reducir el roster inicial para incitarnos a desbloquear mas coches con el tiempo o quizás añadir algún editor en el que crear el nuestro personalizándolo para competir en diferentes modos. Pero bueno, todo esto son suposiciones y añadidos que personalmente me hubiera gustado ver en el juego, así que para nada contaremos estas ausencias como «fallos».
Gráficamente es un título bonito que nos hace recordar la maravillosa época de los 16 bits. Hay variedad de decorados y pistas, al igual que efectos de luz y sombras resultonas que junto a los cambios de clima dan variedad a lo que vemos en pantalla. Quizás donde más carencias podemos notar es en ciertas animaciones como los saltos o los espachurramientos de los pobres infelices que se cruzan en nuestro camino durante la carrera (por poco que sea, el gore gratuito siempre es bien recibido). En cuanto a la BSO los temas que encontraremos van perfectamente a tono con el juego: temas cañeros y chiptune que recuerdan a los de aquellos tiempos… lástima que se parezcan demasiado entre ellos.
Conclusiones de Micro Pico Racers
Josep Monzonis se estrena en la escena independiente con un título sencillo pero bastante correcto, con el que es posible pasar un buen rato (sobre todo en compañía). Su multijugador local a cuatro se presenta como la mayor baza, además, el añadido del modo online puede resultar interesante y darnos algunas horas mas de juego, aunque dudo que se forme una comunidad lo suficientemente grande como para mantenerse en el tiempo. Si Micro Pico Racers os llama la atención seguramente sea por su estética, su sencillez y su multijugador; puntos fuertes que pueden ser suficiente para quienes se sientan atraídos por la propuesta y paguen su precio (7,99). Pero si por el contrario no os llama la atención difícilmente os pueda llegar a conquistar, puesto que su humilde concepción le pone un techo bajo a sus aspiraciones.