Nada mejor para evadirnos de los calores del verano que acudir al cine y disfrutar de un buen thriller donde la tensión, la crítica y el espectáculo estén asegurados. Sony Pictures nos brinda esa oportunidad con el estreno en todas las pantallas españolas de Money Monster, la cuarta película de Jodie Foster donde la oscarizada actriz vuelve a ponerse detrás de la cámara. La Foster en su faceta como directora demuestra una vez más que tiene oficio e historias interesantes que contar tras El pequeño Tate (1991), A casa por vacaciones (1995) o El castor (2011), películas todas ellas honestamente entretenidas y no excesivamente pretenciosas aun queriendo introducir aspectos que invitan a la reflexión.
La película nos cuenta lo sucedido en un esperpéntico programa de televisión sobre finanzas llamado Money Monster, presentado por el famoso y grandilocuente Lee Gates (George Clooney), una especie de show sensacionalista en el que el gurú televisivo da consejos sobre inversiones en bolsa a los televidentes. Durante la emisión del programa irrumpirá el joven Kyle Budwell (Jack O’Connell) quien se considera estafado al haber invertido todo su dinero en acciones tecnológicas de alto riesgo que repentinamente se han hundido en bolsa, por lo que decide vengarse y secuestrar al periodista, a su productora Patty Fenn (Julia Roberts) y a todo el equipo en directo. En tiempo real, Gates y Fenn deberán encontrar la manera de mantenerse con vida tratando de descubrir la verdad oculta que hay detrás de la repentina caída del valor de esas acciones.
La premisa de Money Monster es la de un secuestro televisado en directo y en tiempo real, como ya ocurriera con otros filmes que parten del mismo presupuesto como Tarde de Perros (1975) o Mad City (1998) o el famoso primer episodio de Black Mirror. La película también hace rememorar otras cintas de secuestro y acción en tiempo real como Plan Oculto filme donde intervino como protagonista la misma Jodie Foster y del que parece haber tomado buena nota.
Foster nos introduce en la historia de manera inmediata, logra despertar el interés del espectador, manteniendo el ritmo y la tensión en todo momento en un crescendo en la acción dramática que sólo decae cuando se acerca al sentimentalismo. El guión es conciso y concreto, no pierde el tiempo en detalles superficiales, sino que directamente zambulle al espectador en el espectáculo, la acción, la tensión y el drama. Con cierto placer, asistimos a un thriller en el que decididamente sus claves son el oficio que ha adquirido su directora y la brillantez del elenco.
Seguramente una de las grandes bazas del filme es la profesionalidad y el magnetismo de sus intérpretes. Aún reconociendo sus tics y cierta tendencia cada vez más acusada al histrionismo, George Clooney es una estrella que sigue encandilando a la audiencia y que muestra inteligencia y olfato en la elección de sus papeles casi siempre dosificados con una pizca de sentido moral y crítica social. En su combinación con la siempre maravillosa Julia Roberts (embelesa la expresividad de su rostro en los continuos primeros planos) en lo que sería su cuarta colaboración desde Oceans Eleven, el tándem funciona perfectamente y es toda una sorpresa saber que en el rodaje de esta película casi no coincidieron juntos y que Roberts rodó todas las escenas en que está frente al monitor mirando un croma verde. Aún así, la química entre ambos funciona. Como también funciona la interpretación del joven Jack O’Connell como la víctima y desencadenante de toda la historia.
Conclusiones de Money Monster
Aunque parece claro que el propósito del filme es entretener, no cabe duda que Money Monster contiene dosis de crítica al sensacionalismo de los medios de comunicación, en particular a la televisión y al periodismo frívolo más preocupado en captar atención que dar información seria y rigurosa. También se vislumbra cómo es nuestra propia sociedad la que, saturada de escándalos y sobreexpuesta a informaciones, sólo reacciona a la inmediatez del momento, al impacto emocional diario, para olvidar rápidamente y poner el foco de preocupación en el escándalo del día siguiente. Por supuesto, la crítica del filme abarca a los mercados financieros y sus tejemanejes en la misma línea que filmes recientes que ponen en la picota todo el entramado de manipulación y corrupción que hay detrás de las crisis bursátiles como Margin Call, El Lobo de Wall Street o la oscarizada La gran apuesta. Aun estando todo lo anterior presente, tales temas quedan tan sólo esbozados y no se abordan en profundidad, la crítica en el fondo no deja de ser discreta, pues Money Monster funciona fundamentalmente como puro thriller de entretenimiento en el que prima el espectáculo y la tensión dramática, y en el que la vocación de denuncia moralista y aleccionadora, aun estando presente, quedaría desdibujada en un segundo plano.