Parece que ha pasado una eternidad, pero en realidad no ha sido ni medio año. En mayo de este año 2018 recibíamos State of Decay 2, uno de los exclusivos de Microsoft más esperados e importantes del año y una pieza clave a la hora de ofertar el magnífico Gamepass que se sacó de la chistera la compañía americana. Pasados unos cuatro meses State of Decay 2 ha alcanzado los 3 millones de jugadores, cifra que cuenta tanto a usuarios de Xbox One como de PC que hayan comprado el juego o simplemente lo hayan probado mediante el mencionado Gamepass.
Un servidor se encargó por aquel entonces de analizar el título. Un análisis muy concienzudo tras unas 50 horas de juego al post-apocalíptico título de Undead Labs, el cual había generado en mí cierto hype desde el primer tráiler que se nos mostró en el E3 de hace algunos años.
Los principales puntos positivos en los que centré el análisis en aquel momento fueron: el acertado modo gestión de base, el predominante enfoque al PVE y (cómo no) su precio de salida con la posibilidad de poder ser disfrutado mediante Gamepass. Por otro lado, las cosas que menos me convencieron entonces (y que siguen sin convencerme a día de hoy) fueron: una IA aliada bastante pobre, optimización muy mejorable y (lo que más polémica generó aquellos días) los bugs.
Antes de hablar sobre el nuevo DLC (Daybreak) me gustaría hacer un inciso para comentar cómo le han ido las cosas al título y a sus creadores durante estos meses, ya que el juego prometía y obviamente esperaba ciertas mejoras pasado un tiempo. Para empezar, Undead Labs fue comprado por Microsoft, algo que se anunció en el E3 a bombo y platillo como la adquisición de un estudio reputado con el que Microsoft parecía estar bastante contento.
Undead Labs afrontó State of Decay 2 con un presupuesto medio pero con el apoyo incondicional de una first party hambrienta de juegos exclusivos, lo que desde luego les dio alas y carta blanca a la hora de llevar su título a la consola y a la plataforma online de PC de la compañía americana. El día de salida de State of Decay 2 fue un desastre. Bugs a punta pala, partidas que se borraban sin motivo aparente, glitches molestos y un modo multijugador que se estrenó de una forma renqueante y atosigada por los problemas, entre los cuales algunos que impedían a dos jugadores amigos conectar en una misma partida.
Como era de esperar desde Undead Labs se pusieron las pilas, haciendo llegar el esperado parche de rendimiento a los pocos días de lanzamiento, algo que al menos solucionó parte de los problemas del multijugador. Nuestra experiencia durante aquellas semanas fue buena, pero muy mejorable (algo que podréis observar en el gameplay que subimos al canal por esas fechas). Problemas de latencia, bugs y desconexiones molestas seguían azotando al juego, algo realmente preocupante.
Aun con estas éramos capaces de ver las bondades del título y disfrutarlo, por lo que seguimos echándole horas hasta que sencillamente nos quedamos sin más cosas que hacer más allá de repetir una y otra vez el proceso de rearmar una base en cada uno de los diferentes mapas/biomas. Ahí se acabó State of Decay 2, un juego con un mapa enorme y lleno de marcadores pero en el que lamentablemente tampoco había mucho que hacer más allá de los objetivos que los jugadores se propusiesen.
Así, esperando por algún tipo de expansión que ampliara el contenido, llegó Daybreak.
Daybreak es la primera expansión para el juego. Una expansión que ciertamente nos ha animado a volver al juego pero que ni de lejos nos ha dejado satisfechos o con buenas expectativas de futuro.
En primer lugar debemos comentar los problemas que nos han surgido a raíz de la instalación del DLC en la plataforma desde la que hemos podido jugar: PC (Undead Labs volviendo a las andadas). Tras la descarga y la instalación el juego nos ha dado una y otra vez el mismo error, cerrando la aplicación de forma abrupta tras la selección del modo de juego que hemos decidido jugar. Tras repetidas desinstalaciones, descargas e instalaciones el juego parece no responder del todo bien, puesto que sí, hemos podido pasar de esas condenadas pantallas de carga, pero no, no hemos podido jugar de manera fluida ya que por X o por Y uno de los dos jugadores terminaba sufriendo un cierre de la aplicación.
El tema de optimización en PC ya no solo es preocupante a nivel jugable, si no al nivel más básico de todos: el de poder jugar al juego. Es una pena que desde el estudio desarrollador todavía sigan ajenos y ciegos antes estos problemas, puesto que por lo que hemos podido ver el juego sigue adoleciendo los mismo glitches y bugs que ya sufría en mayo, algo que sinceramente nos llena de pena y que nos invita a pensar que las cosas no se están haciendo bien.
Pero bueno… ¿que tal está Daybreak?
Daybreak es una expansión que se limita a introducir un nuevo modo «Horda», armas y un nuevo tipo de enemigo (Juggernaut de sangre). Inicialmente nos pondremos en la piel de un soldado armado hasta los dientes que deberá proteger a un técnico que se encargará de reparar un repetidor de señal detrás de un muro, así que deberemos intentar hacer tiempo dando plomo a todos los enemigos que intenten sobrepasar nuestras defensas y destruir el repetidor.
Ciertamente el modo es divertido, pero por desgracia se trata de un estilo de juego que dista mucho de mejorar la experiencia que intenta ofrecer State of Decay 2. Veréis, si algo había de bueno en este título era la experiencia realista de sobrevivir a un apocalipsis zombie manteniendo a nuestra propia comunidad de supervivientes. Explorar el mapa en busca de suministros, ayudar o luchar contra otras comunidades, mejorar a nuestros personajes, montar nuestra base… Todo esto conforma el núcleo duro de State of Decay 2, el cual obviamente se complementa con la acción que ofrece el juego.
Este nuevo contenido adicional centra totalmente su propuesta en los disparos, la lucha y la acción directa, aportando lo justo a la experiencia principal y a nuestra partida (recompensándonos según nuestro desempeño en el modo horda). Este modo Horda se siente tremendamente básico y poco inspirado, puesto que los grupos que nos asediarán están compuestos por los mismos enemigos que podemos encontrar en la campaña (zombies y zombies especiales) con el único añadido del Juggernaut de sangre, un ser idéntico al antiguo Juggernaut pero con un aspecto algo diferente y muchísima más vida.
Las armas que se han introducido tampoco nos han convencido demasiado, ya que se ha optado por nuevas granadas, minas y trampas en vez de tirar de imaginación y traer armas un poco más «locas».
Hay que decir que podremos disfrutar de este modo con nuestros amigos hasta un total de cuatro jugadores, algo que sin duda mejora la experiencia y nos permitirá defender la posición mucho más tiempo. Daybreak sale a un precio de 9,99€ y se puede adquirir desde la tienda de Microsoft y no entra dentro de la oferta del juego en el Gamepass.
Lo cierto es que aún queda mucho por mejorar y el tiempo empieza a echarse encima de Undead Labs. Por nuestra parte no podemos mostrar mas que una profunda decepción ante el estado del juego en PC. Un título que en su momento disfrutamos muchísimo pero del que esperábamos bastante más a estas alturas. Espero equivocarme, pero este camino que ha decidido seguir (sacando DLCs antes que parches de rendimiento) no pueden evitar recordarme a aquella catástrofe que fue el primer State of Decay, un juego prácticamente injugable que a día de hoy sigue siendo un auténtico suplicio de mover hasta con las máquinas más punteras. Ya digo que espero equivocarme, de verdad… pero aquí empieza a oler a muerto.