El psiquiátrico de máxima seguridad Broadmoor de Reino Unido ha recibido 5.000 libras para financiar la compra de 22 consolas Wii como “parte del tratamiento para los pacientes”.
El hospital afirma que el juego Wii Fit será utilizado como forma de que los internos realicen ejercicios. Y es que el mundo de los videojuegos cada vez llega a los lugares más insospechados.
Polémicas aparte, y como bien decíamos en un artículo anterior, los videojuegos ya están siendo utilizados con fines terapéuticos. Próximamente, les crearemos un mundo virtual con el que cometer sus fechorías y así, “relajarlos” de alguna manera.
Esto, quizás, sería el tratamiento más justo para alguien que no puede controlar sus instintos más brutales, pero, y ahora sí, entramos a saco, ¿es acaso justo para las víctimas? No estamos hablando, por supuesto, de pequeños enfermos mentales con un problema de pánico, agorafobia o claustrofobia a las espaldas. Ni siquiera tratamos aquí a personas con un ligero desorden alimenticio. Porque resulta que estas personas son delincuentes, y no ladrones precisamente, sino asesinos en serie, psicópatas y personas del calibre de Peter Sutcliffe, más conocido como “The Ripper” (y ya sabemos lo que eso significa).
El debate está servido, sobre todo, en una sociedad como la del Reino Unido, donde tantas otras mejoras podrían hacerse y donde en tantas otras cosas se podría invertir el dinero. Pero ¿qué opinar? Tal vez, hacer que jueguen felices una serie de personas con tan graves delitos a sus espaldas sea algo realmente condenable. Y con esto sólo crecen las dudas acerca de los videojuegos. Si los utilizamos por su violencia, malo; si los utilizamos con fines terapéuticos, peor. El caso es que, al final, por unos y otros, el propio videojuego es el que sale malparado en una sociedad (la nuestra) que no tiene claro a quién debe ir destinado o no un producto meramente lúdico.