La archiconocida web de distribución de vídeos, Youtube, ha visto cómo crecía su popularidad entre los internautas de forma exponencial en los últimos años. Originalmente utilizado para reproducir nuestros vídeos musicales favoritos, y ver cómo algunos valientes se atrevían a colgar su propio material, cámara en mano, con mayor o menor acierto.
El matrimonio entre Youtube y los videojuegos ha ganado mucha fuerza con la presente generación de consolas. A muchos videojugadores siempre nos ha atraído la idea de poder grabar nuestras partidas, inmortalizar ese momento épico o esa fase que nos gusta para poder hacer un revisionado posterior siempre que lo deseemos. Antiguamente estos vídeos quedaban confinados al ámbito de casa, las capturadoras eran el privilegio de unos pocos elegidos y las videoconsolas por aquel entonces nos es que dieran facilidades en este sentido, por lo que lo más fácil era tirar de nuestro voluminoso reproductor VHS y comenzar una práctica a la que se acabarían apuntando millones de personas en el futuro.
Con la llegada de las consolas HD, Youtube parece haber encontrado un filón. El uso de las capturadoras de vídeo se ha generalizado y las conexiones actuales (por lo general) consiguen que el subir un vídeo al portal no suponga una odisea como las de antaño. Como consecuencia, los miles de gameplays nuevos que podemos encontrar a diario deseosos de ser visionados, y detrás de estas subidas encontramos a una nueva estirpe de cibernautas, los youtubers.
Youtubers los hay de todos los colores, pero nosotros por motivos evidentes nos vamos a centrar en los gamers, jugadores que abandonaron la privacidad de su cuarto (al menos de forma virtual) para hacer de dominio público sus videoaventuras. Esto atrajo a muchos aficionados, pues estos vídeos suponían el medio perfecto de ver en acción sus juegos favoritos o de conocer mejor los nuevos lanzamientos antes de decidirse a soltar el dinero. Por su parte los youtubers disfrutaban compartiendo su pasión por los videojuegos con los demás y creando una comunidad en torno a está afición. Pero la gran aceptación y demanda de este tipo de contenido por parte del gran público, ha provocado que el gran ojo corporativo acabe fijando su mirada en él…
Entiendo que para una empresa, 1 millón de reproducciones en un vídeo sea un escaparate publicitario demasiado jugoso como para dejarlo escapar. Así nacieron los ‘legendarios’ partners, contratos por los cuales se retribuye al youtuber en función del número de reproducciones de sus vídeos, algo que a mi parecer a convertido un sano y atractivo hobby en una nueva carrera competitiva en la que debemos ser los más rápidos, los mejores. Ahora la obsesión por los contadores de visitas y los deseados ‘likes’ se ha disparado, y los contenidos acaban girando en torno a ellos más que a los deseos del propio creador de estos. Por un lado se entiende al editor de vídeos; «Oye! si me gano unos euros y de paso el favor de alguna que otra compañía pues mejor que mejor, y más aún en los tiempos de crisis que vivimos». Pero no puedo evitar apenarme por ver cómo se ha convertido una bonita afición, en una maquinaria de captación donde una vez más el gran público solo somos números en forma de «like, favoritos y todo ese tema».
Ahora el creador de contenido debe ser rápido, los últimos lanzamientos deben tener una pronta réplica en su canal para ‘ganar’ a sus competidores. Y ya no vale solo con subir un gameplay, ahora hay que diferenciarse (como se aplica en el marketing de cualquier producto), por lo que ahora los gameplays en sí son lo de menos, ahora cuanto más hables y más gracioso seas mejor youtuber serás. La fama y el reconocimiento (dentro de la red, se entiende) es algo que solo unos cuantos han alcanzado, y que cada vez son más los que la desean para poder así lucir orgullosos sus hordas de suscriptores cual pastor a su rebaño.